Ganaderos y cazadores, un frente común
En el Principado de Asturias son numerosas las asociaciones de ganaderos que han surgido últimamente como consecuencia de los muchos problemas que agobian al sector. Sin embargo, la proliferación de asociaciones, sin conexión entre ellas, debilita su eficacia.
Por eso, es de resaltar el notable éxito de la asociación de ganaderos de Piloña, que, además de agrupar a la mayoría del sector ganadero piloñés y a muchos ganaderos de otros municipios, está alcanzando el cumplimiento de sus objetivos: la defensa de los intereses generales del sector y, en particular, la justa valoración de los daños ocasionados por la fauna silvestre y su compensación efectiva por parte de la Administración y de las asociaciones de cazadores.
Este éxito no es fruto de la casualidad, sino del trabajo tenaz, meticuloso, leal y constante del presidente de la asociación, D. Luis Cueto, y es de justicia reconocerlo. Ante la evidencia de que las reclamaciones por daños caían sistemáticamente en saco roto, no dudó en acudir a los tribunales, que en más de una ocasión sentenciaron indemnizaciones incluso superiores a las reclamadas por los interesados.
Ante los éxitos de la asociación, las entidades afectadas procuraron boicotearla retrasando la ejecución de sentencias, incumpliendo compromisos adquiridos, presionando bajo cuerda a alguno de los socios. En definitiva, utilizando la táctica del divide y vencerás.
En asociaciones como la piloñesa los ganaderos tienen la última trinchera para defender no sólo los intereses económicos del sector, sino otros menos tangibles, pero tan importantes o más que los puramente monetarios: la defensa de la dignidad del sector, no dejarse avasallar por la prepotencia de instituciones y entidades públicas o privadas.
Por supuesto, nadie discute el derecho de los cazadores a practicar sus aficiones cinegéticas dentro de la ley. Es decir, evitando comportamientos reprobables. Como el de aquel ministro de Justicia (Bermejo) y aquel magistrado (Garzón) que, después de una cacería de fin de semana, alardearon de las piezas abatidas. Vanidad, al fin y al cabo, inofensiva. Lo reprobable es que ambos cazaban sin el preceptivo carné. Conducta equiparable a conducir sin permiso. En todo caso, no demasiado ejemplar en un magistrado y un ministro de Justicia.
Cazadores y ganaderos deberíamos entender que tenemos intereses no sólo compatibles, sino convergentes: los cazadores aligeran la carga de la fauna silvestre; los ganaderos mantenemos el territorio apto para el ejercicio de la caza. Juntos, ganaderos y cazadores, tenemos que lograr de la Administración el desarrollo de políticas eficientes, alejadas de la actitud estéril de ni una mala palabra, ni una buena acción.
Tal y como van las cosas, las asociaciones de cazadores y las de ganaderos deberían evitar perder tiempo y energía en la discusión de daños y hacer frente común para conseguir de los poderes públicos la adopción de medidas que garanticen la seguridad en las zonas habitadas, en las carreteras y en la salud pública ante el riesgo que supone la proliferación descontrolada de la fauna silvestre.
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