La lucha de los pensionistas
Al amparo de nuestra aún joven democracia, han sido muchas y diversas las razones por las que determinados colectivos sociales han tenido que salir a la calle para hacer pública manifestación de sus problemas y preocupaciones, con la supuesta sana intención de recabar, a quien pudiera concernir, una solución a los mismos. En estos últimos días, y seguro que irá para largo, el protagonismo lo ha tomado el colectivo de pensionistas que, espoleados por lo que consideran una auténtica burla reflejada en la carta que el Ministerio de Empleo y Seguridad Social les ha enviado comunicándoles un incremento de su pensión del 0,25 % para el año 2018, están haciendo "casus belli" con sus continuas y multitudinarias manifestaciones a lo largo y ancho de nuestro suelo patrio, reivindicando una actualización digna de sus prestaciones que les permita, cuanto menos, seguir manteniendo su poder adquisitivo. Al mismo tiempo, y al igual que en todos estos movimientos reivindicativos, frente a las reticencias y reparos de los gobiernos de turno, y con la aviesa intención de pescar en río revuelto, surgen las propuestas de posibles soluciones, más o menos sensatas y/u ocurrentes, aportadas por todos aquellos que, no teniendo en ese momento capacidad ni oportunidad para resolver el problema planteado, sólo actúan poniendo el punto de mira en la siguiente cita electoral. Asunto este que se repite de forma cíclica, en el que únicamente cambian los protagonistas que se sitúan en el poder o la oposición.
Al hilo de las movilizaciones de los jubilados y sus justas reivindicaciones, que tan ampliamente se vienen haciendo eco los distintos medios de comunicación, se puede encontrar de todo: desde profusas opiniones de los propios protagonistas y/o personas que sienten la necesidad de manifestar su particular punto de vista sobre este sensible asunto, entre las que se incluyen algunas ateperetadas ocurrencias, hasta rigurosos análisis firmados por reputados profesionales del derecho y la economía. Entre toda esta ingente cantidad de material que sobre el problema de las pensiones se ha propagado, el artículo firmado por el exministro José Manuel García-Margallo, bajo el epígrafe "El elefante dentro de la boa", publicado por La Nueva España en su edición del pasado 11 de marzo, pág. 34, creo que señala de forma atinada, clara y concisa, el camino a seguir.
El debate que sobre el futuro del sistema público de pensiones se celebró la pasada semana en el Congreso de los Diputados que, de alguna manera, había levantado una cierta expectación, y en el que se exhibieron pocas ideas y muchas soflamas, acabó con las pocas esperanzas que los pensionistas habían puesto en la posibilidad de que se pudiera avanzar hacia una reforma que conjugara suficiencia y sostenibilidad. El soliloquio del presidente Rajoy, enrocándose en su conocida postura de que "las pensiones subirán todo lo que sea posible", sin aceptar ninguna posibilidad a establecer un pacto que suponga la derogación de la reforma que el propio Gobierno aprobó en el año 2013, en el que se incluyo en el índice de revalorización lo que se llamó factor de sostenibilidad, acabó convirtiendo el debate en un espectáculo bochornoso, dando motivos a los pensionistas para continuar, de forma indefinida, en la calle.
Parece meridianamente claro que, como apunta el mencionado artículo del señor García-Margallo, no se considere el sistema de pensiones como un gasto más del Estado, al igual que la Educación, Sanidad, etcétera, al que habrá que atender con los recursos que en cada momento sean necesarios y no de forma exclusiva con los que genere el mismo, no se podrá dar resolver el problema; al contrario, por la previsible evolución de la pirámide de población, cada vez se verá más agravado. En este sentido, me temo que las actuales y masivas movilizaciones de los pensionistas, luchando por lo que consideran sus legítimos derechos, van a tener un largo recorrido.
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