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San Romero de América. 38 años.

20 de Marzo del 2018 - javier arjona (Siero)

38 aniversario del martirio del beato "scar Arnulfo Romero, asesinado por un francotirador de los escuadrones de la muerte el 24 de marzo de 1980 cuando oficiaba una misa en la capilla del Hospital ..

Un informe de la Comisión de la Verdad de la ONU de 1993 determinó que el mayor del Ejército y fundador del partido de ultraderecha Alianza Republicana Nacionalista (Arena), Roberto D'Aubuisson, dio la orden de asesinar al religioso.

El Juzgado Cuarto de Instrucción de San Salvador reabrió en mayo de 2017 el proceso penal contra un capitán del Ejército, Álvaro Rafael Saravia, único acusado del magnicidio y en paradero desconocido. En 2004, una corte de los Estados Unidos declaró civilmente responsable del crimen al capitán Saravia. El nombre del asesino directo de Romero es Marino Samayor Acosta, un subsargento de la sección II de la Guardia Nacional, y miembro del equipo de seguridad del expresidente de la República, quien manifestó que la orden para cometer el crimen la recibió de d'Aubuisson.

Como arzobispo Romero denunció en sus homilías dominicales numerosas violaciones de los derechos humanos y manifestó en público su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política de su país.

Un día antes de su muerte, Romero hizo desde la catedral un enérgico llamamiento al ejército salvadoreño, en su homilía titulada "La Iglesia, un servicio de liberación personal, comunitaria, trascendente", que más tarde se conoció como "Homilía de fuego":

"Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles... Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: "No matar". Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre.

En nombre de Dios pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión."

Este fin de semana la asturiana Matilde Díaz González de Lena, del comité de solidaridad Oscar Romero, participaba en la peregrinaron que con grandes pancartas y afiches del religioso, llamado también "la voz de los sin voz", discurría por 3 km del centro desde la plaza al Divino Salvador del Mundo, lugar en el que fue beatificado el 23 de mayo de 2015 en una misa multitudinaria.

Como San Romero de América había sido bautizado hace mucho tiempo por el obispo y poeta catalán-brasilero Pedro Casaldáliga:

San Romero de América, Pastor y Mártir Nuestro

El ángel del Señor anunció en la víspera...

El corazón de El Salvador marcaba

24 de marzo y de agonía.

Tú ofrecías el Pan,

el Cuerpo Vivo

-el triturado cuerpo de tu Pueblo;

Su derramada Sangre victoriosa

-¡la sangre campesina de tu Pueblo en masacre

que ha de teñir en vinos de alegría la aurora conjurada!

El ángel del Señor anunció en la víspera,

y el Verbo se hizo muerte, otra vez, en tu muerte;

como se hace muerte, cada día, en la carne desnuda de tu Pueblo.

¡Y se hizo vida nueva

en nuestra vieja Iglesia!

Estamos otra vez en pie de testimonio,

¡San Romero de América, pastor y mártir nuestro!

Romero de la paz casi imposible en esta tierra en guerra.

Romero en flor morada de la esperanza incólume de todo el Continente.

Romero de la Pascua latinoamericana.

Pobre pastor glorioso, asesinado a sueldo, a dólar, a divisa.

Como Jesús, por orden del Imperio.

¡Pobre pastor glorioso,

abandonado

por tus propios hermanos de báculo y de Mesa...!

(Las curias no podían entenderte:

ninguna sinagoga bien montada puede entender a Cristo).

Tu pobrería sí te acompañaba,

en desespero fiel,

pasto y rebaño, a un tiempo, de tu misión profética.

El Pueblo te hizo santo.

La hora de tu Pueblo te consagró en el kairós.

Los pobres te enseñaron a leer el Evangelio.

Como un hermano herido por tanta muerte hermana,

tú sabías llorar, solo, en el Huerto.

Sabías tener miedo, como un hombre en combate.

¡Pero sabías dar a tu palabra, libre, su timbre de campana!

Y supiste beber el doble cáliz del Altar y del Pueblo,

con una sola mano consagrada al servicio.

América Latina ya te ha puesto en su gloria de Bernini

en la espuma-aureola de sus mares,

en el retablo antiguo de los Andes alertos,

en el dosel airado de todas sus florestas,

en la canción de todos sus caminos,

en el calvario nuevo de todas sus prisiones,

de todas sus trincheras,

de todos sus altares...

¡En el ara segura del corazón insomne de sus hijos!

San Romero de América, pastor y mártir nuestro:

¡nadie hará callar tu última homilía!

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