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Haití en el corazón

11 de Febrero del 2010 - Padre Angel García (Madrid)

Padre Angel García

Presidente y Fundador de la

Asociación Mensajeros de la Paz

Hace un mes que la tierra tembló en Haití, y su estremecimiento sembró el dolor y la muerte en el país más pobre de América. El sufrimiento de los haitianos ya se ha caído de los titulares de periódicos y sus gentes apenas salen ya en los informativos de la televisión. No obstante, sigue viva la solidaridad que su situación ha despertado en el corazón de los españoles, y muy especialmente en todos los asturianos de bien.

La solidaridad es una realidad; una realidad tangible que siempre vence a la lejanía, las diferencias culturales, e incluso la crisis económica. Los que trabajamos en ayuda y atención social lo comprobamos todos los días. En Mensajeros de la Paz lo llevamos comprobando casi 50 años.

En ese fin del mundo, en ese infierno en la tierra que es Haití desde hace un mes, no puede haber sitio para nuestro olvido. Porque nos necesitan. Porque nos van a necesitar mucho tiempo. Y allí va a estar Mensajeros de la Paz llevando la solidaridad de Asturias.

Me enorgullecen y emocionan los testimonios solidarios y la generosidad que en estos días hemos recibido de esta bendita tierra nuestra. Empresas e instituciones asturianas nos han hecho llegar donaciones para aliviar el sufrimiento de los haitianos. Pero sobre todo me han conmovido los esfuerzos de los paisanos. Colectivos, agrupaciones, aldeas y concejos han organizado mil y una actividades para recaudar fondos para Haití, que han sido respaldadas y respondidas por muchísima gente. Gracias, de verdad.

Subtítulo:En ningún momento de la Historia hubo tanta solidaridad

Destacado: Mensajeros de la Paz estará allí, seguirá estando durante mucho tiempo, poniendo su gota, y sé que Asturias estará con nosotros y con los haitianos

El otro día me emocionaba en el auditorio de Oviedo, después de haber sido nombrado hijo adoptivo de la ciudad, cuando veía a un grupo de niños preciosos, con sus monterinas y sus dengues de colores en el escenario, y recordaba esos otros niños, casi desnudos, que vi a cientos vagando por las calles de Puerto Príncipe, sin familia, sin rumbo, sin nada. Se me saltaban las lágrimas pensando que esos niños, bailando, iban a ayudar a aquellos otros a tener un techo, un plato de comida y un beso antes de ir a dormir. Me emocionó el calor de mi pueblo natal, Mieres, volcado en la casa de la cultura en un concierto precioso. Y tantas y tantas iniciativas, preciosas, originales, entrañables, desde la recaudación solidaria del centro de Talasoponiente, a la venta benéfica de las rosquillas de San Blas en Jove, o la generosidad de los vecinos de La Calzada. Es maravillosa esta unión de pueblos y voluntades para hacer el bien que el sufrimiento ajeno nos inspira.

Yo creo que en ningún momento de la Historia hubo tanta solidaridad, tanta preocupación por mejorar las condiciones de vida de las personas y sobre todo de las más desfavorecidas. Vivimos en un mundo mucho mejor que el que nuestros padres y abuelos conocieron, no porque tengamos más renta per cápita, ni más nivel de industrialización, sino porque nos duelen las injusticias, la hambruna, las enfermedades....los terremotos.

Nunca antes de hoy ha habido tantos hombres y mujeres destacadísimos en su lucha por ayudar a los demás. Nunca hubo tantos Vicentes Ferrer, Mohamed Yunus, Cármenes Herrero. Pero también hay millones de héroes solidarios anónimos que dan lo mejor de si mismos paya ayudar a los demás, personas sencillas que compatibilizan su profesión o sus obligaciones con la ayuda a los demás, que comparten lo que tienen, no sólo dan lo que les sobra. Héroes como muchos de ustedes.

También hay entre los haitianos. Yo he visto cómo las personas que recibían un botellín de agua, un simple botellín, lo compartían con el que tenían al lado, nos daban las gracias y daban gracias a Dios. Heridos, cubiertos de polvo, habiéndolo perdido todo, miraban al con una sonrisa. En esos 5 segundos, ante esa sonrisa creo que aprendí más de Teología, de amor a Dios, de Fe, que en 10 años de seminario.

Mensajeros de la Paz gracias a la ayuda, a la solidaridad de España y de Asturias, desde apenas 40 horas después del terremoto y durante todo este mes, hemos podido aliviar las necesidades de varios miles de haitianos, aunque son cientos de miles los que siguen necesitando atención y protección. Uno siente impotencia, pero piensa en la Madre Teresa de Calcuta, a quien tuve el privilegio de de conocer, cuando decía: “Lo que hacemos es como una gota de agua en un mar de necesidad, pero si esa gota no existiese, el océano la echaría de menos.”

Mensajeros de la Paz estará allí, seguirá estando durante mucho tiempo, poniendo su gota, y sé que Asturias, que ustedes, estarán con nosotros y con los haitianos.

Que la Santina de Covadonga bendiga y proteja a Asturias y a Haití.

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