Semana Santa, tiempo de fariseos.
Muchas personas se echarán las manos ante tal declaración, pero les ruego que antes de proceder a la crucifixión de este, y dadas las circunstancias, observen y reflexionen sobre la película que se escenifica últimamente.
Personalmente nunca me gustó la Semana Santa, el recuerdo de mi infancia me reporta malas sensaciones, mujeres vestidas de luto riguroso, con los rostros semi ocultos, esos nazarenos con los capirotes asemejando miembros del Ku Klux Klan, la historia de un hombre al que torturan y clavan en una cruz, la obligatoriedad de confesar a otra persona nuestros pecados, el abstenerse de comer carne los días fijados por tradición. Por si todo ello no fuera suficiente, la televisión pública (única que existía en aquellos tiempos) se encargaba de martirizar a los pobres infantes, restringiendo el horario de programación, y cuando por fin emitían algo, las misas, procesiones, y películas de la vida de Jesucristo, copaban la totalidad de la parrilla televisiva.
Respeto que los fieles conciban la Semana Santa como la pasión y muerte de Cristo, pero para ello, convendrán conmigo en que sobran los espectáculos bochornosos que acostumbramos a ver últimamente, a saber: decenas de personas llorando amargamente, como si estuvieran lamentando la pérdida de un ser querido, rotos de dolor, tirados por los suelos, apoyando sus rostros contra los soportales de las iglesias, ¿por qué? ¿Obedece este espectáculo a otra cosa que no sea el propio ego de quienes desfilan en procesión? ¿Alguien tiene constancia de que antaño se llorara como si de una tragedia se tratara?... si es en el lugar de culto, en donde se exponen a lo largo de todo el año, y cualquiera puede ver esas imágenes in situ en cualquier día del año, realmente ¿es necesario todo esto?
Desde hace unos años, la terna conformada por meteorología-hostelería-procesiones, apunta a la mercantilización de una semana, en un principio de tradición cristiana, en teoría evocando los últimos días de vida de Cristo, a la vista de cualquier humano un espectáculo. Con la mano en el corazón ¿consideran ustedes dignos estos espectáculos para la persona a quien consagran? Permítanme que lo dude, porque si el Cristo del que habla la Biblia, fue capaz de montar en cólera desalojando a los mercaderes de la iglesia, me extrañaría mucho que aplaudiera estos pasos, estas escenas y por supuesto toda la parafernalia montada a su alrededor, y cuando hablo de parafernalia me refiero a esas procesiones de señoritas tocadas con mantillas y caros vestidos, que fueron objeto de reprimendas por parte del clero, me refiero a los desfiles o acompañamientos militares, que dudo tengan nada que ver con la religión.
Ahora me gustaría que aquel fiel creyente que me está leyendo, reflexione: ¿cree que sirve de algo flagelarse en un día tan concreto? ¿Recorrer de rodillas un trayecto? ¿Portear una imagen? si ante nuestros semejantes incumplimos reiteradamente todos y cada uno de los mandamientos ¿de qué estamos hablando? Efectivamente, fariseísmo en estado puro, o si lo prefieren actitud hipócrita, muy acorde y propia de los tiempos que vivimos ¿o no? Vamos a ver, voy a reducirme exclusivamente al mundo eclesiástico, porque si me tuvieran que meter en el político, laboral etc. no acabaríamos: ¿Cómo puedes llamarte "cristiano" e insinuar que tras los refugiados se esconden terroristas? ¿Cómo puedes ser obispo, cardenal o sacerdote y vivir a cuerpo de rey, en lujosos pisos cuando tu Dios predicó la pobreza? ¿Cómo narices va a dar ejemplo la Iglesia, cuando no es capaz de apartar de sus filas a gente que justifica las violaciones? ¿Cómo se puede mantener en sus parroquias a sacerdotes fascistas enalteciendo a un dictador que masacró a personas indefensas? Cierto, no todos-as son iguales, pero el problema reside en que esas personas que no deberían estar en la iglesia, siguen, por ello de nada me sirve que me repitan una y otra vez: "no sigas su ejemplo..." o "esas personas no son la Iglesia", pero el problema subyace, y si esas personas, con el deber de ser modélicas para los feligreses, son capaces de saltarse todos los preceptos de la religión ¿Qué podemos esperar de sus fieles?.
Me gustaría que todas esas personas que reducen la Semana Santa a exponerse públicamente, buscando un papel asociado al del protagonista, fueran conscientes de que mucho más válido que la participación en el espectáculo, sería realizar obras de misericordia, y ya saben a qué me refiero: dar de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo, dar techo a quien no lo tiene... en fin o amén, como gusten.
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