Pablo Iglesias y los viejos
He tenido despertares felices y has llegado tú para arruinarme el día, Pablo. No te comprendo. Quizás no todo sea culpa tuya, y tu discurso no ha hecho sino poner de manifiesto que tú eres un cuarentón sin peluca, y yo un septuagenario con canas.
Sí, está bien. Me estoy haciendo viejo. Hay claros signos que reflejan tal evidencia. Algunos son objetivos: elijo teles más grandes, porque en 28 pulgadas no veo nada; cuando llega "El Tiempo" en el telediario, pido silencio aunque no vaya a moverme de casa; no puedo dar un paso sin mis gafas de cerca; el mismo gestor bancario que hace nada me ofrecía su Cuenta Joven, ahora me llama para venderme un seguro de decesos; mi botiquín es una farmacia ambulante, desde jarabe para la tos, hasta paracetamol, ibuprofeno, adiro o pomada para las rozaduras.
Entre tantas evidencias e infortunio, has llegado tú, Pablo, a recordarme que ¡vaya por dios! no te gustan los viejos. No hace mucho aún, los podemitas inundabais las redes con el slogan "Que se mueran los viejos que votan al PP".
Me ha dolido tanta falta de sensibilidad en personas que sois mucho de amor y eso, pero he de reconocer que no cuentas con nosotros, aunque nosotros sí contábamos contigo, hasta que hemos captado que lo que nos ofrecías era humo, saturado de CO2 (¿exterminio encubierto?).
Tus propuestas, tus reivindicaciones, proyectos, cantos de sirena, se han diluido como nieve en primavera. Y nos hemos encontrado con que debajo de tanta promesa, de tanto marketing, de tanto catálogo Ikea, de "asaltar los cielos", regeneración, casta, bancos, IBEX, Bárcenas y otras mandangas, solo hay demagogia para consumidores deprimidos. Y eso no hace mella en gente veterana, de vuelta de casi todo.
No nos engañas, no nos convences, Pablo. Por eso no has calado entre "los viejos"
Oye, hasta molaba cuando te ponías belicista: "Fachas no faltan, así que cuando acabemos con esta charla, en lugar de mariconadas, nos vamos de cacería". O dabas por hecho que todos sabíamos cómo hacer cóckteles molotov, y levantar barricadas, y nos animabas a estar preparados para levantar las armas y hacer política masculina. Con un par. O insinuabas que Amancio Ortega hace terrorismo. O que, si no existiera la propiedad privada, la gente no robaría. Que hicieras piña con la "Asociación del Rifle", y reivindicaras el derecho de todos los ciudadanos americanos a llevar armas es para nota, tío. Con la que está cayendo en USA, con este tema.
Muchos viejos votamos a otros partidos, pero no tragamos con Podemos. Obvio. Y te cuento por qué no has calado en los viejos, Pablo.
Porque nosotros (se lo has oído contar a tus padres y abuelos) ya hicimos la revolución, sobreviviendo a los primeros años de la posguerra, con tesón, penurias, falta de oportunidades, de comodidades, muchas familias numerosas, trabajos a destajo, manos encallecidas, esperanza de vida de 60 años... (para qué seguir), hasta la llegada de la democracia, con sucesos impactantes, como los atentados de ETA; el asalto de Tejero al Congreso; el 11-M; y ahora, el desafío catalán.
Parafraseando a Neruda "confieso que he vivido". Yo, sí. Nosotros, sí, desde luego.
Sin embargo, tú, Pablo, universitario e hijo de universitarios, por muy leído que estés, no tienes la experiencia vivida que tenemos millones de españoles "viejos". Tienes el conocimiento teórico, sí, pero lo has leído, o te lo han contado. No lo has vivido.
A nosotros nadie nos ha explicado lo que es la vida. Lo hemos aprendido sobre la marcha, experimentando. Todos los de mi generación y anteriores, de izquierdas y de derechas, estamos exhautos de lucha, para que tú, otros como tú, y generaciones más jóvenes, tengáis el país del que disfrutáis hoy, el estatus, los sueldos, el presente y el futuro (si no lo estropeáis).
Mientras te escribo esta carta, una noticia desvía mi atención: para septiembre u octubre, serás padre de dos bebés. Enhorabuena, de corazón.
Ya ves, el destino es a veces, irónico y juguetón, y con esta "jugada" (descartado el aborto, off course), os pone en la tesitura de ser coherentes, dentro de tanta incoherencia, y apoyar el próximo 15 de abril, la marcha "Sí a la vida".
Aunque pediros que vayáis en contra del aborto es como pedir a un tigre que sea vegetariano, quizás se repita el caso de tu homónimo Pablo, el de Tarso, que cegado por un rayo celestial, cayó del caballo y vio, por fin, la LUZ.
Esa es la primera curiosidad que me surge. La segunda es como ver una película de suspense.
Tú, que te reconoces como "macho alfa, marxista algo perverso, convertido en psicópata" (lo has dicho tú). "No me gustan los niños, ni la familia, ni pasear por el parque, ni vestir bien, ni que me paren las viejas, ni que franquistas asquerosos me digan ¡olé tus cojones!" (también lo has dicho tú), a ver cómo vas a conciliar familia y trabajo con una mujer como Irene, anti-machista que reivindica el empoderamiento de la mujer, y declara que "el amor romántico es opresor, patriarcal y tóxico" o "las mujeres no tienen tiempo para ducharse, o leer un libro" (ay, Irene).
A priori parece imposible de conciliar, y me vienen a la mente (época felipista) que a las élites socialistas -y hay bastantes ejemplos- les llamaban las tres ces: cambio de coche, cambio de casa y cambio de compañera. Sin acritud.
Un amigo mío, viejo, sarcástico y trasnochador, dice que "si a estos podemitas les regalas un BMW, un iPhone o incluso un bocadillo de jamón ibérico, se vuelven más capitalistas que Donald Trump, o el gran Vladimir Putin".
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

