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El master pestilente

6 de Abril del 2018 - Alejandro González Lada (URBIÉS)

Lo escuchaba hablar bien alto, estaba sacando el "cucho" de la cuadra, y tengo que reconocer que no le faltaba razón. El hombre elevaba la voz frente a su contertulio y repetía una y otra vez al alto la lleva: "En el PP hay más mierda que en cualquier cuadra del pueblu".

Me imagino que simpatizantes, votantes y afiliados, discreparán, y mucho, pero si los despojáramos del hábito "popular" estoy seguro de que exigirían ver rodar cabezas. No hay excusa posible, el enésimo escándalo que azota esta "agrupación" política no es más grave que cualquiera de las que saltaron previamente, pero por el ámbito en que se desarrolla, nos clarifica hasta qué punto la corrupción liderada por éstos ha llegado a todas las instituciones: administraciones estatales, autonómicas, ayuntamientos, justicia, sanidad y ahora educación. Es decir, no son casos aislados, las aisladas (si las hay) serán las excepciones, porque la demostración palpable nos indica una corrupción generalizada, institucionalizada, permitida.

Sé que esa alienación característica de sus líderes y simpatizantes, más que ofrecer la visión de la realidad a través de un cristal vidriado, que impediría ver la realidad para apreciar tan sólo la luz, se ha convertido en una gruesa chapa de acero, en donde cualidades como honestidad, decencia, ejemplaridad, sinceridad, etc. no existen o están tan mal interpretadas que acaban perdiendo la esencia de su valor.

Ayer asistí a la enésima mentira de la "banda" popular, en escena "la moza Cifuentes" se dirige a los plebeyos para decirles (ojo al argumento porque posiblemente no lo hayan oído-leído jamás...) que la única persona en poder de la verdad es ella, la cual es objeto de persecución por la oposición... ahora les ruego recuerden la imagen de sus compañeros, aplaudiendo a rabiar, al igual que hicieran en otras ocasiones ante Rita Barberá, Jaume Matas, Sonia Castedo, Camps, Rato, y un largo etcétera, ¿no les harta tanta hipocresía, tanto escenificar una falsedad que no se sostiene ni encofrándola con hormigón y acero? Pueden divagar, culpar a la universidad, al rector, a las secretarias, a los profesores, como si quieren inculpar al bedel, pero la única conclusión cierta, adonde deberían llegar todos-as para ver la realidad, la única verdad se esconde tras la pregunta: ¿Dónde está el master? Si se hizo, si se presentó, si fue meritorio de un notable, permítanme en mi infinita ignorancia preguntar: ¿Dónde vieron ustedes que en pleno siglo XXI no se archive, ni haya copia alguna del trabajo? Si las firmas del acta del supuesto examen están falsificadas, si su tutor el día del examen estaba a más de 50 kms. de la Universidad, inaugurando los cursos de verano en Aranjuez, si Cifuentes estaba coordinando el dispositivo policial para recibir a la selección ¿me puede explicar alguien cómo realizó el examen presencial? Pues sí, seguro que ella misma no cayó aún en la cuenta de ello, pero fijo, fijo, fijo que lo hizo por plasma, tal y como hizo su mentor en tiempos del terremoto Bárcenas, y como hizo ella recientemente, por cierto, contradiciendo su idiosincrasia, cuando defendía que los políticos debían atender a las ruedas de prensa. Son cosas que pasan, pero en este círculo vicioso que atiende a la sigla de PP, lo que es dar la cara, en persona, en directo, cuando las situaciones pintan mal, no se lleva.

Y mientras tanto ¿qué hace Ciudadanos? Recuerden, los chicos guapos de la democracia, los que habían venido a limpiar la política, los avalados por el IBEX, los que han sido capaces de pactar en Andalucía con el "PSOE de los ERES" (así lo apodaban en campaña electoral), los mismos que sostienen a Cifuentes en el trono madrileño, los que como Judas negaron a Rajoy más de tres veces, ¿qué demuestran? ¿Qué proponen? Efectivamente, una comisión de investigación, lo cual revela el incumplimiento de su promesa y plasma la esencia de su formación: una doble cara, un rasero que no convence a nadie, objeto de desconfianza y recelo, ya que cualquier persona podrá entender que quienes fijan una línea roja, con orgullo y decisión, para sobrepasarla cuantas veces sean necesarias, para apoyar a corruptos, se convierten en lo mismo o quizás peor, porque aunque no hayan delinquido, conscientes de ello, les amparan, les apoyan, y sostienen, aunque éstos se burlen y se salten los puntos pactados para su apoyo.

El caso es que curiosamente hoy, salvando las distancias, pero ateniéndome al meollo del asunto, leo una noticia sobre la detención de dos veinteañeros por acceder ilegalmente al sistema informático de la Universidad Politécnica de Valencia para cambiar las notas. Se les acusa, ojo al dato, de delitos de acceso ilícito a datos y programas informáticos, daños informáticos, descubrimiento y revelación de secretos, usurpación de estado civil y falsedad de documento público. Aquí no le tiembla el pulso ni a la Policía, y me imagino que ni a la Fiscalía, entonces me pregunto: ¿por qué no intervienen en el caso Cifuentes cuando hay pruebas sobre falsedad en documento público? M e imagino que la fiscalía "inquisitoria" en su cruzada particular en busca de chistes sobre Carrero Blanco, letras de raperos, obras de titiriteros, estarán muy ocupados, y estas minucias sobre titulaciones universitarias, corrupción institucionalizada en una universidad pública, no merecerá sus implacable persecución del malo. Qué bien nos vendría gente tan ilustrada como Epícteto de Frigia: "Cuando hayas de sentenciar procura olvidar a los litigantes y acordarte sólo de la causa".

Alejandro González Lada, Les Tazaes, Urbiés (Mieres)

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