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Patético patio nacional

25 de Febrero del 2010 - Constantino Díaz Fernández (Oviedo)

Por si la España en la que vivimos tuviera pocos problemas y los españoles pocas preocupaciones, llega el Gobierno, al mando supremo del inafable Zapatero, con nuevas e improvisadas ocurrencias para poner la guinda al pastel y alterar, aún más si cabe, el ya convulso patio nacional. Es penoso observar que aquellos que tienen la ineludible obligación de aportar soluciones, y generar la necesaria confianza para salir de una crisis que va camino de convertirse en crónica, sean precisamente los que siembren confusión e incertidumbre. La repentina e impresentable forma en que el Gobierno ha planteado la reforma de las pensiones, muy en línea con la idiosincrasia e idiolecto del Presidente, que ha recibido críticas de prácticamente todos los sectores, incluidos los propios sindicatos con los que por diversas razones (prebendas y cesiones entre otras) venía manteniendo un idilio que ha pasado directamente de la luna de miel al divorcio, es un claro exponente de lo anteriormente manifestado. Es indiscutible que, por elementales razones demográficas y matemáticas, será necesario abordar una reforma del actual sistema público de pensiones que garantice la sostenibilidad del mismo a medio y largo plazo y que, sin duda, habrá que introducir factores que no serán del agrado general; pero no lo es menos que este tema, extremadamente sensible y delicado, no puede ser tratado de forma unilateral y con la frivolidad que lo ha hecho el Ejecutivo, con dispares discursos entre sus propios miembros que han llevado al desconcierto tanto a simpatizantes como a detractores.

La sistemática generación de asuntos controvertidos, probablemente con el malévolo fin de distraer la atención de los ciudadanos de otros problemas más importantes, parece haberse convertido en práctica habitual del actual gobierno de España, huérfano, por otra parte, de ideas claras para resolver estos últimos, limitándose a gobernar a golpe de impulsos sin proyecto político definido. La ley de Memoria Histórica, que ha venido a despertar viejos rencores y rencillas que ya se habían considerado superadas, y la nueva ley de interrupción voluntaria del embarazo que, sin que existiera una demanda social, ha servido para crear una fuerte polémica e introducir una nueva fractura en la opinión pública, son, entre otros, ejemplos que pueden tener una doble interpretación y llevarnos a este tipo de conclusiones.

En otro orden de cosas, y en otro escenario, tenemos la cruda realidad: una economía en profundo declive con un modelo agotado; un déficit público que se ha disparado por encimad el 11% una deuda total que, computada la pública con la familiar y la de las empresas, supera los 2.500.000 millones de euros (aproximadamente 2,3 veces el PIB estimado en el año 2009); una tasa de paro superior al 18% que dobla la media de la UE, con una cifra real próxima a los 4,5 millones de desempleados y previsión de crecimiento durante el año 2010, con posible permanencia en valores altos al menos hasta el 2017 (Financial Times 02/02/2010), unido a una baja productividad y a una caída del consumo y la inversión, configuran un panorama desolador. En esta situación no es extraño que desde la Unión Europea y organismos internacionales competentes nos estén constantemente tirando de las orejas, urgiendo la adopción y puesta en marcha de medidas correctoras serias y eficaces, se nos empiece a cuestionar como un problema para el euro, y estemos perdiendo continuamente niveles de confianza y solvencia.

Siendo muchos y muy importantes los problemas que tenemos planteados, como los males nunca vienen solos, aún tenemos que añadir uno más: los políticos. La opinión manifiestada por los españoles sobre la clase política y la pobre valoración que otorga a sus principales dirigentes no necesita más comentario. Gobernados por un grupo de diletantes (pandilla de aprendices los calificó recientemente un conocido líder sindical) que, de acuerdo con el principio de Peter, han alcanzado su nivel de incompetencia y con una oposición irredenta de los muchos problemas internos que viene arrastrando y un tango ignava (característica bastante común en la derecha), tendremos que ponernos en lo peor y empezar a admitir que la recuperación irá para largo.

Para salir de la sima en la que nos encontramos, posiblemente sea necesaria una conjunción astral más fuerte que la que tenía en mente una iluminada socialista; tal vez sería precisa la concurrencia de Lourdes y Fátima. Claro que, con el obsesivo laicismo de ZP, me temo que esto no sea posible.

Constatino Díaz Fernández

Oviedo

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