La picardía como herramienta justa
España, país independiente, con una democracia moderna y miembro de los foros internacionales más reconocidos, no puede permitir acudir a Europa para ser examinada.
Lo ocurrido en los diversos casos relacionados con los fugados de la justicia española no se debe considerar como un fallo, o un fracaso o un suspenso de la legislación española, contemplada y sostenida por una Constitución aprobada por los españoles con una mayoría aplastante.
Lo ocurrido debe darnos tres lecciones:
La primera, analizar y reconocer el “lugar real” que ocupamos en Europa y la “consideración real” que nos tienen en la comunidad internacional.
La segunda, constatar la poca picardía que tenemos en nuestra “gobernanza”. Examinar por qué se ha permitido llegar hasta aquí y por qué se sigue siendo blando con temas sustanciales que luego derivan hasta donde la astucia permite.
La tercera y más grave es la poca picardía que hemos tenido sabiendo, como sabía el Gobierno y el entorno judicial, la manera de actuar que tienen la mayoría de los países de nuestro entorno europeo.
¿No hubiera sido mejor utilizar el cansancio de la fuga y esperar y esperar?
No soy jurista, pero el sentido común habla en la calle.
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