Gracias, Ángeles Caso, por ser antitaurina
Estimada Ángeles Caso. A un lector de este diario le ha molestado un artículo de la revista «Magazine» que se distribuye los domingos con LA NUEVA ESPAÑA por considerar las corridas de toros una tortura. Yo en cambio quiero mostrarte mi total apoyo y admiración por ser como eres. Por ser una persona pública capaz de defender públicamente a quien sufre como nosotros aunque para muchos el que sufre sea un simple animal. Me pregunto por qué hay todavía a quien le moleste que haya defensores de los animales y por qué tras la ILP para abolir las corridas de toros en Cataluña se empeñan en recurrir a la excusa del nacionalismo y antiespañolismo resistiéndose a creer que la abolición de la tortura sea exclusivamente por el simple animal. Soy asturiana como tú, Ángeles, y también como tú de buena gana me haría catalana si allí se prohibieran las corridas de toros, del mismo modo que me resulta menos vergonzoso decir que soy canaria (donde están abolidas) que española, pues es una vergüenza pertenecer a una nación donde la fiesta nacional se basa en airearle pañuelos blancos a quien marea mejor a un toro o a quien sepa hundirle mejor la espada en el tórax, cortarle una gorda vena cerca del corazón y provocarle una hemorragia interna. Estimada Ángeles, este lector molesto con tu artículo te recuerda que la fiesta nacional está legalizada «mal que te pese», pero precisamente porque es legal muchas personas luchamos por ilegalizarla, mal que le pese a él también. El que sea legal hoy no obliga a que lo sea eternamente y lo mismo que se ilegalizaron los apaleamientos de humanos en las plazas públicas, el avance ético y moral conseguirá ilegalizar estas acciones crueles contra los animales en las plazas de tortura de hoy: las plazas de toros. El lector molesto con el artículo del «Magazine» va más allá diciendo que hay que rasgarse las vestiduras primero por la tortura humana pero si cada vez son más las personas que se las rasgan por la tortura animal es por la misma razón que nos decía el filósofo Jeremy Bentham, porque «no importa si puedes hablar, no interesa si pueden razonar, lo que importa es si pueden sufrir», y los toros sufren una tortura indescriptible en un escenario de humanos festejando esa tortura, impropia de la época en que nos encontramos. Gracias, Ángeles, por rasgarte las vestiduras y gracias a todos (cada día son más) los que se las rasgan por este motivo, mal que les pese a unos cuantos que, afortunadamente, empiezan a ser cada día menos.
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