No a la cooficialidad impuesta
En 1.998 se fundó la asociación Amigos de los Bables, cuyas figuras principales fueron los filólogos Emilio Alarcos y Jesús Neira, y el filósofo Gustavo Bueno.
El objetivo principal de la asociación fue rechazar contundentemente el proceso de normalización, que asociaban a una corriente ideológica de corte nacionalista.
Gustavo Bueno (q.e.p.d.) que en pleno fragor lingüista se refirió a Lluis Xabel Álvarez, cofundador del "Conceyu Bable" y miembro de la "Academia de la Lengua Asturiana, como "cretino completo", hacía una certera introducción: "El bable -los bables- son idiomas de las montañas que durante siglos han coexistido en Asturias con el castellano. El asturiano es "simplemente un modismo del español" y por sí mismo, "no existe". La lengua natal de los asturianos es el español".
El mismo profesor consideró un claro ataque a la lengua de todos, el que en la tarjeta de F.J. García Valledor (Izquierda Unida), entonces consejero de Justicia, Seguridad Pública y Relaciones Exteriores, pusiera su nombre y su cargo, en asturiano, inglés y francés, pero no en español. ¿Una declaración de intenciones?
El actual presidente autonómico, Javier Fernández, haciendo gala de su tradicional coherencia política, se ha desmarcado de la línea sanchista, al afirmar (y el que quiera entender, que entienda), que «sin lengua, no hay nacionalismos».
También Tinín Areces dejó claro que "el bable tiene protección, se apoya su difusión, y su uso está recogido en el Estatuto de Autonomía para proteger el bable y sus variantes, pero no tiene carácter de lengua cooficial".
¿Por qué esta insistencia, entonces? ¿Quiénes y para qué quieren la cooficialidad? ¿Quién y para qué? Que lo expliquen.
Pues bien, actualmente, aprovechando que la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias (CELROM) permite la enseñanza obligatoria totalmente en la lengua regional, aunque con dos condicionantes que son "voluntariedad y aprendizaje de la lengua oficial del Estado" (en Cataluña han sustituido la voluntariedad por la obligatoriedad, y miren donde estamos), y que por primera vez, habría una mayoría política -tres quintos de escaños- los cooficialistas, cuatro, han vuelto a la carga para reformar el Estatuto.
Esta suerte de contagiosa fiebre primaveral afecta también a Valencia, Aragón, Baleares, Navarra y Galicia. A propósito, ¿alguna vez se han preguntado por qué en Cataluña hay más de medio millón de musulmanes? Ahí lo dejo.
Los programas de los proponentes - Izquierda Unida, Foro, Podemos y Psoe - no coinciden cien por cien, pero valga como referencia el de IU, que en un denodado esfuerzo por defender lo que con tanta urgencia y máxima prioridad, demanda la sociedad asturiana, reclama:
a) Una asignatura obligatoria de lengua, literatura y cultura asturiana.
b) Cursos para funcionarios.
c) Puntuación del conocimiento de la llingua en el acceso al empleo público.
d) Rotulación en bable en las administraciones.
Tan desinteresada y maravillosa aportación, destinada a paliar las necesidades vitales de los ciudadanos asturianos, va a suponer que estos mismos ciudadanos se rasquen el bolsillo, y aporten unos millones de euros anuales, que en una demostración palpable de coherencia, claridad y criterio económico, van desde los 8 millones que dice David Rivas, nacionalista asturiano y defensor de la cooficialidad, a los 73 millones que dice la plataforma "Cooficialidad No", pasando por los 20 que calcula la Academia de la Llingua Asturiana. Ante cifras tan dispares, me temo lo peor. O sea, más.
Estoy convencido de que si se hiciera una encuesta a todos los padres de Asturias para conocer qué prefieren, además de castellano, para sus hijos, se daría la circunstancia de que en las clases medio altas veríamos inglés, francés, alemán o incluso chino (muchas veces en universidades o colegios extranjeros). En las clases medio-bajas, bable.
Mientras en otros países de nuestro entorno, los estudiantes de 14 años hablan inglés como segunda lengua, aquí queremos imponer como cooficial el asturiano, para enfrentar al ciudadano, forrarse cuatro, empobrecernos muchos, y aborregar más a las clases menos favorecidas.
Por cosas como estas admiro a los franceses, que tienen 9 lenguas no oficiales y, por ser competencia del Estado, la única lengua oficial es el francés. Una lengua, una bandera, un himno. Por eso Francia es un país puntero en Europa y en el mundo.
Concluyo diciendo que no me parece democráticamente permisible que 23 diputados impongan a un millón de personas, como lengua cooficial, un dialecto que no habla ni el 2%. ¿Qué no? Haga unas copias de un texto corto (o largo) en castellano, y pida a diez conocidos suyos que lo traduzcan al asturiano. Por supuesto, no habrá dos iguales, pero la risa está garantizada.
Ahora bien, si solo fuera cuestión de simpatía y buen rollo, yo me quedo con el bable.
Impagable que en español se diga "cerdo", en inglés "pig", y en asturiano "gochu". O aquello tan amoroso de "con un basu de sidrina, non fai falta gasolina". Impagable.
Llevábamos tiempo adorando al becerro de oro (...xodo), Sodoma y Gomorra (Génesis) y ahora vamos con la torre de Babel (Génesis). Para creyentes y no creyentes: La Biblia después de 2.000 años, incontestable.
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