Sobre el nombre de las calles de Oviedo
No me andaré por las ramas. Me llama la atención ver cómo se está empleando tiempo y dinero en cambiar el nombre de algunas calles de Oviedo en virtud de la ley de Memoria Histórica, retirando nombres de personajes de la Guerra Civil y el franquismo.
Ustedes no tienen por qué saberlo, pero mi abuelo fue ejecutado durante la Guerra Civil, en 1937. Muchos, como yo, tenemos motivos más que suficientes para remover el vergonzoso pasado de una guerra y, sin embargo, no lo hacemos. ¿Saben por qué? Ha transcurrido mucho tiempo. Si yo quisiera hacer justicia por la muerte de mi abuelo, debería buscar al verdugo que lo mató hace ochenta y un años y denunciarlo. ¿Quién es? ¿Dónde estará ahora? A saber. Seguramente esté muerto. Seguramente su familia no tendrá ni idea de lo que estoy hablando. ¿Qué sentido tiene tratar de amargarles la vida a los descendientes de este verdugo, que no tienen la culpa de lo que ocurrió? Ninguno. Por favor, a ver si se enteran. Ninguno.
Y resulta que ahora vienen unos políticos con sus eslóganes y comienzan a remover el pasado. Y en algún caso, por cierto, confundiendo el personaje cuya placa retiran, porque no encaja en la ley de Memoria Histórica. ¿Pero qué hacen? Si la mayor parte de ellos no tienen ni siquiera una razón familiar para acordarse de la Memoria Histórica. Con todos mis respetos, resultan ridículos. Ridículos e imprudentes.
Resultan ridículos porque cuando se menciona una calle u otra solamente unas pocas mentes retorcidas piensan en un personaje determinado, falangista o comunista, me da igual. La inmensa mayoría de personas piensa en la dirección de la tienda o del bar al que va.
Pero también resultan imprudentes. En una guerra los dos bandos matan y los dos bandos mueren. Presentarse al cabo de ochenta años a dictar sentencia sobre una guerra sólo sirve para abrir heridas y provocar conflictos.
No sé si leerá esto algún miembro del Ayuntamiento, pero si lo hace, le recomendaría que deje estos viejos y trasnochados temas de la guerra y la dictadura para conversaciones de bar, que superen este complejo de oprimidos que algunos con muchos más motivos que ellos ya hemos superado hace tiempo y que gestionen Oviedo con amor por su ciudad y no con odio, que falta le hace.
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