A vueltas con el Instituto Confucio
Estimado señor Romeo: me dirijo a usted en respuesta a sus reflexiones y recomendaciones sobre el Instituto Confucio. Me señala usted otras opciones para estudiar chino sin necesidad de desplazarme a León y me aconseja que lea todos los datos e informaciones sobre lo negativo que tiene el mencionado Instituto (su alabanza de la política del Gobierno chino y de la figura de Mao y Deng Xiaoping y su justificación del trato dado al Tíbet). Justo es decir que lo primero que hice fue informarme sobre esas supuestas manipulaciones, que me fueron desmentidas por varios alumnos del centro, pero lo que me hace realmente no estar de acuerdo con las opiniones que usted vierte no es sólo esto, sino que, en el supuesto de que alguno de los profesores (que usted considera como irregularmente elegidos y no capacitados para impartir dichas clases), efectivamente adoctrinase a los alumnos, yo le planteo esta pregunta: ¿no cree usted que vivimos en un mundo rodeados de manipulación? Los medios escritos, la televisión, los políticos que nos venden sus remedios milagrosos con intención de que nos lo creamos y los votemos, y lo que aún es más peligroso: lo que sucede desde hace muchos años en el País Vasco, con las ikastolas donde se manipula y se engaña a los niños desde su tierna infancia sobre la historia y, algo peor, inculcándoles el odio hacia lo español; o el otro caso, de total actualidad: el independentismo catalán que está haciendo el daño más grave que se conoce hasta ahora desde que existimos como nación. No sólo se tergiversa la historia, sino que además se fomenta una especie de guerra de guerrillas urbanas, ocasionando un verdadero varapalo a la economía de dicha comunidad autónoma y por ende de España, concretamente sobre las empresas, bancos, etcétera, que, en su mayoría, han trasladado su sede de allí y que, curiosamente, parece que a los nacionalistas no les importa con tal de gobernar ellos para seguir lanzando injurias hacia nuestro país ante el mundo entero, acusándolo de tener presos políticos y de no ser una democracia.
Antes de terminar le diré que conozco de primera mano la manipulación que algunos profesores hacen de la historia y su apología de regímenes que todos conocemos, cosa que sucede ya en el Bachillerato, y no digamos en la Universidad española.
Bueno, no me voy a extender más, solamente una pequeña reflexión: cada uno es libre de escoger aquello que ve bueno para sus hijos, que es lo más importante para un padre; por otra parte creo, dada mi edad y experiencia en la vida, que lo que nos hace libres es la madurez y el conocimiento del mundo, viajando fuera de nuestra querida patria y conociendo la historia pasada y presente, pues quien no la conoce está condenado a repetirla. Le deseo lo mejor, pero yo no comulgo con sus ideas. Hasta que usted quiera.
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