La manía de cambiar los nombres
Es algo más que molesto la permanente manía de unos y otras de modificar los nombres de todo para adecuarlo a sus manías personales. Políticos, compañías, personas de negocios. En cuanto el individuo de turno alcanza el poder suficiente se empeña en modificar el nombre a la calle, la plaza, el establecimiento. Lo que sea. Cuando se trata de la creación de algo nuevo es lógico y encomiable: el/la creador/a bautiza la obra. ¿Y los continuadores de algo que ya existe? Ya que nada han creado el impulso por modificar el nombre se convierte en objetivo central: “Ved, tontos de turno, que he llegado al poder de obligaros a aprender un nuevo nombre”. A conocer que lo que antes se llamaba X ahora se llama Y “¡porque yo lo digo!”. Pues lo que yo digo a los rebautizadores impenitentes del Parque P. es: ¡Que os zurzan!
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