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Ya está bien de gorrillas

2 de Mayo del 2018 - Enrique Díaz López (La Caridad)

Cuando yo era niño e iba a la escuela, a mediados de los años cincuenta, principios de los sesenta, aquí en España había mucha miseria, mucha hambre, el país todavía estaba inmerso en la posguerra y todas las miserias que ello conlleva; además de eso, España estaba siendo aislada por las potencias vencedoras de la II Guerra Mundial porque Franco ayudó a Hitler en la guerra contra Rusia enviando la famosa División Azul, para que en caso de que Rusia perdiese la guerra Franco pudiese recuperar el montón de oro de Moscú que aquella panda de mangantes del Gobierno del Frente Popular le regalaron al bestia de Stalin.

Bueno, pues además de la pobreza que había en aquella época, yo tenía un maestro de escuela que era muy cristiano, muy generoso; de vez en cuando este maestro nos pedía a los niños de la escuela que llevásemos una peseta para hacer una colecta para ayudar a los negritos de África; tenía un hijo misionero que se andaba jugando la vida a cambio de nada por varios países de África para que los africanos tuviesen una vida un poco mejor; además de esta ayuda, estaba el Día del Domund, que era otra colecta más; de esto ya hace la friolera de sesenta años. A lo largo de estos sesenta años, muchos países europeos y otros países del Primer Mundo enviaron mucha ayuda a los países africanos, enviaron muchos miles de millones de dólares en moneda y en artículos de primera necesidad; a muchos países africanos se les condonó la deuda que tenían.

La mayor parte de mi vida laboral la pasé embarcado como oficial de máquinas en buques de la Marina mercante española; en muchas ocasiones el buque donde yo estaba, y otros buques de otras navieras, eran fletados por países europeos o por la UE para enviar ayuda humanitaria a distintos países de África: sacos de harina, sacos de arroz, materiales de construcción y un largo etcétera de productos, con el fin de que los negritos fuesen saliendo adelante poco a poco.

Después de todos estos sesenta años de costosas ayudas, vemos que no solamente no mejoraron nada, sino que además ahora se dedican a entrar aquí ilegalmente incumpliendo todas las normas de inmigración, a cometer delitos de andar vendiendo falsificaciones para pagar a las mafias que los trajo, y andar de gorrillas del contribuyente, por si el contribuyente no tuviese poco, con los cientos de gorrillas políticos que tenemos en este país.

Después de sesenta años de continuas ayudas, ¿no va siendo hora de que comiencen a trabajar y organizarse en sus países y luchar duro hasta la muerte si fuese necesario para que tengan una vida mejor ellos y las generaciones venideras? Pues nada, no hay manera, siguen como hace sesenta años y, además, llegando a oleadas con la ayuda de las mafias y de las subvencionadas ONG.

Según las ONG y algún espabilado más, la solución al problema de la inmigración pasaría por abrir las fronteras, pero, digo yo, una vez que hayan entrado aquí 500 millones de africanos, 20 millones de sirios, 20 millones de iraquíes, 20 millones de afganos, 20 millones de turcos y así sucesivamente, ¿qué hacemos con los países de origen de todos ellos?, ¿los dejamos pa prau?, ¿la solución a los problemas que tiene esta gente en sus países pasa por que vengan aquí de gorrillas? Creo que no, creo que las ONG les deberían inculcar y enseñar lo que deben hacer en sus países y no enseñarles lo que deben hacer para venir aquí; es evidente que las ONG lo están haciendo muy mal; si se retirasen las subvenciones a las ONG, se minimizaría el problema.

Enrique Díaz López, La Caridad

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