Armas químicas en el infierno sirio
Ciertamente el infierno existe y si no que se lo pregunten al pueblo sirio, que lleva sufriendo casi ocho años con más de medio millón de muertos y entre 10 y 12 millones de desplazados, amén de otras vejaciones.
Siria nuevamente ha conocido otro enorme sobresalto. El régimen de Bashar al Asad, recientemente, ha lanzado un ataque químico en la localidad de Dumas, a las afueras de Damasco, con el resultado de 42 personas muertas, la mayoría mujeres y niños, y casi 500 afectados por asfixia. Estamos, pues, ante otra acción que engrosaría el historial de crímenes de lesa humanidad que pesan sobre el dictador sirio.
Este nuevo episodio supone otro flagrante desafío al mundo, especialmente a EE UU, muy cuestionado por su inacción ante las violaciones de la convención sobre armas químicas de Naciones Unidas. Por su parte, Bashard al Asad, que cuenta con el férreo respaldo de Rusia -la gran potencia que está marcando el devenir de la guerra en Siria- se siente absolutamente impune. Y no sólo eso. Hace tiempo que Occidente ha optado por taparse la nariz y aceptar a Al Asad como mal menor, aunque pueda ser un criminal de guerra. Lo que tiene la hipocresía y la doblez de la geopolítica.
Mientras, el Consejo de Seguridad de la ONU ha celebrado su enésima reunión de cara a preparar una investigación sobre el problema, mas la trágica realidad es que la población civil siria sigue siendo masacrada, aunque con nuevas acusaciones de uso de armas químicas prohibidas internacionalmente.
Esta guerra, como todas las guerras, está dejando vencedores y vencidos, pero el gran perdedor es el pueblo sirio. Y ya el conflicto no gira solamente sobre la permanencia en el poder de Al Asad, pero mientras duren los bombardeos, con el agravante de uso de armas "quirúrgicas", seguirán destrozando las vidas de civiles cuyo único pecado es haber nacido en Siria.
Por mucho que Occidente haya hecho lo imposible por vendarse los ojos y no ver lo que está ocurriendo en esa parte del planeta, el conflicto está a punto de estallarle en las manos y convertirse en un enfrentamiento global de consecuencias insospechadas.
Como guinda final, la llegada a la presidencia de Estados Unidos de Donald Trump y su legendaria incontinencia verbal ha producido además un cóctel altamente peligroso.
Puede decirse que el mundo es ahora mismo un verdadero polvorín. Y tiempo es que empecemos a tomarnos en serio el conflicto sirio.
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