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Montoro "el dinamitas"

24 de Abril del 2018 - Rufo Costales (Oviedo)

La justicia alemana ha negado el delito de rebelión, y camino lleva de negar el delito de corrupción, en forma de malversación de caudales públicos. En este punto, el gobierno marea la perdiz como si pretendiera que Puigdemont no fuera entregado a España. ¿Por qué? ¿Qué nos ocultan?

¿Qué significado tiene que, por ejemplo, el fiscal general del Estado llegue a inventarse una enfermedad inexistente del sr. Joaquín Forn, para tratar de sacarle de la cárcel? ¿Por qué a Rajoy le parece "modélico" el proceder de la justicia alemana, que niega el delito de rebelión, y por tanto, la entrega de Puigdemont? ¿Por qué Montoro "el dinamitas", al que el TS ha acusado de "erosionar la credibilidad de la justicia española, frente a Alemania", suelta, sin que nadie del gobierno le rectifique, "Yo no sé con qué dinero se pagaron esas urnas de los chinos del 1 de octubre, ni la manutención de Puigdemont. Pero sé que no con dinero público". Con un par.

En este sicodélico teatrillo, no es baladí que los principales papeles recaigan en Rajoy y Montoro, sin discrepancias, y con la complicidad por incomparecencia, de Sáenz de Santamaría, Cospedal y el resto del gobierno. Ante tamaño despropósito, el separatismo se viene arriba con vivas germánicas a Montoro "über alles", mientras procesados y sus abogados, celebran las palabras del ministro, utilizándolas para su defensa, en la causa por malversación.

A este paso, ni rebelión (gracias Alemania), ni malversación (gracias Montoro), ni proceso (gracias Rajoy). Los ciudadanos esquilmados y ninguneados. El Sr. Llarena guillotinado en la plaza pública. Al fondo, muy al fondo, la familia Pujol, con D. Jordi y "la madre superiora", partiéndose la caja. No por los supuestos 3.000 millones de euros robados a todos los españoles, sino por el efecto paralizante de la famosa frase del prócer catalán, en el Parlament: "¡oiga! Si vas segando la rama de un árbol al final cae la rama (...) caerán todas y habrá sido responsabilidad de todos los que han practicado este tipo de política". Acojonante.

Partiendo de esta premisa, por la amenaza subyacente, la situación sería, dados los secretos inconfesables de toda la casta política, comprensible, pero no admisible en una democracia consolidada, como la nuestra.

Cabe aquí otra hipótesis, y es que Rajoy se haya convertido en reo de sus palabras, al afirmar en el Congreso, que no se había destinado "ni un euro" al referéndum, mientras Albert Rivera le preguntaba quién del gobierno iba a dimitir, caso de que el juez demostrara que sí se ha destinado dinero público.

Ahora resulta que con el refrendo de los atestados de la Guardia Civil, que no dejan lugar a dudas de que 1,9 millones dinero público (y subiendo), se destinó a financiar el falso referéndum, el juez Llarena le ha enmendado la plana. Antes de dimitir, toca labor de distracción.

En este contexto, resulta mucho más excepcional aún, que sea el Gobierno el que no defienda la acción de los jueces, o incluso les ponga palos en las ruedas, sobre todo cuando estamos hablando del tribunal más importante del país y, sin duda alguna, de un procedimiento penal fundamental, probablemente el más decisivo desde la muerte de Franco.

¿Hemos de concluir que este gobierno es una calamidad? Sí, lo es. El Gobierno ni comparece, ni siquiera opina. Y cuando lo hace, simplemente es para empeorar la situación. Para dar la razón a los sublevados o para echarles un cable.

Nada puede salir bien con decisiones y postulados tan erráticos e incomprensibles. De modo que ahí están los jueces tratando de cumplir con su deber de aplicar la ley, en contra no solo de los golpistas, que obviamente niegan la mayor, sino del propio Gobierno de la nación. No lo entiendo, y me cabrea.

Esta frase de Bertold Brech viene que ni pintada: "Quien ignora la verdad es un iluso, pero quien conociéndola la llama mentira, es un delincuente".

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