Hipertensión arterial para todos
Nueva vuelta de tuerca de la industria farmacéutica, en su multimillonario negocio, a costa del sufrido paciente. Me explico.
Todos nos hemos controlado alguna vez "la tensión". Tradicionalmente se ha considerado que 140/90 es el umbral mínimo para diagnosticar una hipertensión arterial (HTA). Incluso para los pacientes por encima de los 60 años habían subido en 2013 el nivel de seguridad hasta 150. Es decir, 150/90.
Pues bien, hace unos días el Colegio de Cardiología de EEUU publicó un estudio (Sprint se llama), que establece, desde ya, el umbral de la presión sanguínea máxima (sistólica) y mínima (diastólica) en 130/80.
Gracias a este cambio de criterio en la valoración de la hipertensión arterial (HTA), sin pandemias, catástrofes, o cambios meteóricos de la salud de la población que lo avalen o justifiquen, millones de personas en todo el mundo (en EEUU, 31 millones) se han convertido en hipertensas de un día para otro.
Ojalá no esté Ud. entre los 5 millones de españoles afectados, que con valores 140/90, han pasado de ser pacientes considerados sanos (ayer), a ser enfermos crónicos (hoy), ya que cuando acuda a su médico le recomendará la toma inmediata de antihipertensivos.
Es decir, en 24 horas, a pesar de las críticas de profesionales del sector por considerar que "en el momento actual no existen evidencias que justifiquen este cambio", en España hemos pasado de 14 millones, con sus correspondientes tratamientos crónicos, a 19 millones. La calculadora de bolsillo que Ud. tiene, seguro que no dispone de los dígitos suficientes para reflejar la cantidad final en euros, que supone esta medida, con un único y evidente beneficiario, of course.
Coincidimos, obviamente, en que la presión es imprescindible para vivir. Dicen que baja-baja, de cero, solo los muertos la tienen, vale. Pero por qué no orientar la salud hacia una vida con hábitos saludables, con ejercicio físico, dieta sana, control de peso, etc., en vez de tanto medicamento que, salvo en casos específicamente graves, en vez de sanar, enferman? (nótense que algunos de los efectos adversos de los antihipertensivos son, entre otros, síncopes, hipotensión o fallos renales),
De ninguna de las maneras pienso ir a mi ambulatorio para que me notifiquen "la buena nueva". No lo acepto. Y no es un problema de cabezonería de gente mayor, en absoluto. Es una cuestión de criterio y lógica.
Particularmente tengo frecuentes desencuentros con la doctora que me atiende, debido a su intención (buena) de analizarme, diagnosticarme y recetarme. Me niego, y ella lo hace constar así en mi historial: "el paciente se niega...".
Por supuesto que acudo a un médico ante un problema urgente. Lo que me parece un acto de masoquismo y autoflagelación es acudir a la consulta para buscar, a través de pruebas médicas, posibles enfermedades que de otra forma, no hubiera detectado.
Es como si tiene un buen coche, bien cuidado, que no da un problema, y sin embargo, cada dos o tres meses lo lleva al taller, para ver si le encuentran algo. ¿Estamos lelos, o qué?
Hoy día, ha surgido una potente, rentable y milmillonaria industria que, con el señuelo de mejorar nuestro bienestar, y previo pago, nos dice lo que tenemos que hacer minuto a minuto, lo que debemos comer, qué medicamentos tomar, la tensión que debemos tener, etc. etc., pero el que escribe, de ninguna manera, salvo designio divino, quiere caer en el bucle farmacológico que te somete y tortura de por vida.
Un proceso simplista de cronificación sería: Le sale un grano, le recetan una crema, que le produce una alergia. La combate con cortisona. Engorda. Le sube el colesterol. No problem, le recetan estatinas, que le generan diabetes y destrozan el hígado. Se preocupa, y se le dispara la tensión. Tranquilo, eso tiene solución: ansiolíticos, tranquilizantes y antidepresivos. Al final, dopados hasta las cejas, sí, pero vivos.
Créame, mientras lee este artículo, a 100 pacientes nuevos les habrá salido un grano.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

