La cuarta revolución
Cuando se habla de pensiones públicas suenan las amenazas que se ciernen sobre el mantenimiento del sistema entre las que se cita constantemente el envejecimiento de la población, hecho natural y que debería gozar de mayor aprecio en la sociedad actual que considera a la tercera edad una carga, incluyendo a las instituciones.
Sin embargo, la tasa de mayores de 65 años en el momento actual no es superior a la media europea (19%), encontrando que países como Italia, Alemania o Francia, por este orden, nos superan en porcentaje.
Lo que resulta preocupante es la tasa de natalidad que tenemos (8%) muy similar a los países del sur, Italia y Portugal, pero inferior a Alemania, Reino Unido y Francia (12%). Aquí juegan en contra las políticas de conciliación familiar en el trabajo, la tasa de paro en los jóvenes (35%) y otras medidas de apoyo que si no se corrigen nos llevarán a una sociedad sin futuro.
Pero hay otro asunto que no se aborda tanto y cada vez tiene más importancia, es el impacto que tendrá en la población en edad de trabajar la robotización de los procesos de producción, cuestión que parece imparable y se presenta como la cuarta revolución industrial.
Los datos dicen que estamos actualmente por cada 10.000 trabajadores, en 600 robots en Corea del Sur, 300 en Alemania y 160 en España. Pero esta cifra crecerá exponencialmente en nuestro país y la pregunta es cómo afectará a la recaudación de impuestos y cotizaciones sociales estos "nuevos empleados".
Por ello es necesario abordar con perspectiva amplia el futuro de las pensiones e ir hacia un nuevo pacto de Estado que garantice el sostenimiento del sistema en varias décadas, pero no como hasta ahora se hicieron las sucesivas reformas orientadas a disminuir el gasto, sino contemplar otras fuentes de ingresos que no sean exclusivamente las cotizaciones salariales.
Está en juego uno de los pilares básicos del Estado de bienestar y la democracia. No esperan más, pónganse a ello.
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