Los autores que nunca nadie recordará
Flipais, qué ascazo el otro día leyendo cómo Gregorio Samsa pasó de niño responsable a bichejo de torso parduzco e inquietas patitas arácnidas. Menudo el Juan José del Solar ése, muchacho: me revolvió todo el estómago para luego conseguir que me apiadase de un despreciable arácnido. Mira, y ya no te digo nada cuando Miguel Sáenz quiso hacerme creer la movida esa del Reino de Fantasía. Oye, ¿vosotros de verdad entendéis que el maldito imperio ése no tenga límites? Joder, si es que sólo un tonto como Bastián Baltasar podría quedarse en un desván muerto de frío y hambre para leer esas pantomimas. Y ya puestos a rajar un poco: ¿alguno ha conseguido memorizar los eternos nombres de los protagonistas de cualquier novela rusa? Porque te juro que sólo los deben de recordar sus autores: Lydia Kúper y esa gente.
Juan José del Solar, Miguel Sáenz, Lydia Kúper y todos los traductores que cada día dedican sus horas de trabajo a una labor tan hermosa, tan sacrificada y tan reivindicativa como es transmitir cultura. Gracias por hacernos sentir y aprender. Lectores del mundo, cuando leéis una obra extranjera, estáis leyendo a su traductor. ¡Feliz día del libro a los autores que nunca nadie recordará! Porque, amigos, ahí está el truco.
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