Ya nadie llora por mí
Una vez más, como en tantas ocasiones, el destino le ha jugado una mala pasada al escritor nicaragüense Sergio Ramírez. Los lamentables y luctuosos sucesos de su amada tierra han empañado lo que para él debería ser uno de los días más felices de su apasionante vida literaria, la concesión del premio más prestigioso en lengua castellana, el premio “Cervantes” de literatura.
Fiel a su compromiso con los temas sociales, ha tenido que manifestarse en Madrid, un día antes de recibir el galardonado premio, en contra de la represión ejercida por quien en su día fuera compañero de lucha y de Gobierno contra el pueblo indefenso de Nicaragua.
Sergio Ramírez fue vicepresidente del primer Gobierno sandinista, tras el derrocamiento del dictador Anastasio Somoza. Duró poco en el cargo, pronto descubriría el verdadero rostro de un miserable, de un traidor a la revolución sandinista y al pueblo nicaragüense, de un traidor a los miles y miles de jóvenes de fuera de Nicaragua que en aquellos ilusionantes años apostamos por los ideales del sandinismo, de un traidor a Sergio Ramírez, a Ernesto Cardenal, a Herty Lewites, a Carlos Mejía Godoy...
El autor de “Margarita está linda la mar” (premio “Alfaguara” 1998) no se dio por vencido e intentó recuperar las esencias del sandinismo fundando el partido Movimiento Renovador Sandinista (MRS) en 1995, pero ya era tarde, la mafia orteguiana controlaba para entonces casi todos los resortes del poder, incluido el judicial.
Daniel Ortega está dejando pequeño a Anastasio Somoza, denunciado por su hijastra, a quien violó reiteradamente desde los 11 años, denuncia archivada por la justicia que él maneja a su antojo; ha convertido Nicaragua en su coto privado, en su finca particular y todo en nombre de la revolución sandinista que él prostituyó.
Por ello, Sergio Ramírez decidió refugiarse en su literatura, lo que le ha permitido convertirse en uno de los escritores más brillantes de las letras castellanas, y, desde esta vocación, denunciar los abusos del poder. En su última novela, “Ya nadie llora por mí”, aprovechando el género policial, la novela negra, denuncia la corrupción, la degradación del abuso del poder que en gran medida está presente en su país. “Los problemas de corrupción, impunidad y abusos son comunes en muchos países de Latinoamérica, pero lo más triste de Nicaragua es que hubo una revolución y es como si la huella de ese cambio profundo nunca hubiera ocurrido” (Sergio Ramírez).
Pero dejemos al revolucionario sandinista, al que creyó en los ideales de justicia de Augusto César Sandino, que disfrute de su día grande. De ese día que sólo a él le pertenece, el 23 de abril de 2018, premio “Cervantes” de literatura, el primero que un escritor centroamericano recibe. En su discurso de agradecimiento inevitablemente hay un recuerdo teñido de dolor para su Nicaragua.
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