El gobierno del aburrimiento
¿Qué les puedo decir que no haya quedado ya reflejado en las cartas recibidas y las noticias publicadas al respecto? El asunto de la injustificada destitución de Pepe Naveiras es otro capítulo desesperanzador de la democracia del productivismo político. Iniciado al mismo tiempo que el debate sobre la edad de jubilación, en el cual quedaba claro que para las personas cuyo trabajo es intelectual sea incluso preferible prorrogar dicha fecha límite, al Ferreiro le castigan por no usar su intelecto para ser una oveja más.
En las últimas noticias que he leído queda claro que la destitución ha sido una arbitrariedad llena de falsedades y de movimientos caprichosos. Que no hay por dónde cogerla. Duele pensar que tras varias décadas de un trabajo que el gobierno debería hacer, la generosidad de Naveiras sea premiada con el vampirismo, con el robo de sus esfuerzos y méritos. Incluso si fuesen ciertas las acusaciones hacia él, no es muy valiente por parte de la Consejería de Cultura tratarle como un empleado eventual más que no haya hecho sus deberes, en lugar de ser honestos y reconocer al Ferreiro como una institución viviente. El museo ha sido algo que él ha hecho generosamente y que consiguió que el gobierno se sumase a su iniciativa. Aunque lo cierto es que el pasotismo institucional es algo que en el Occidente conocemos. Resulta, según las últimas noticias, que los errores de administración del museo fueron causados por el trabajo de la Consejería, y no del Ferreiro. No se puede imaginar una forma más ridícula de perpetrar una cacicada caprichosa.
Aquí en el Occidente, como digo, estamos acostumbrados a que pasen de nosotros. Habiendo un chiste que dice que para el desarrollo de los asturianos nos han construido autopistas para que podamos irnos lejos de esta tierra en declive más fácilmente, podríamos hacer otro con que las carreteras al Occidente llevan tiempo sin terminarse para que sigamos aislados y se nos dé «de comer aparte». Al Gobierno central parece que sólo le importamos cuando se pueden aprovechar de nosotros. Aquí tenemos la mayor proporción de parques eólicos de toda Asturias, cuando el consumo que generan es cuestionable y el chanchullo por las subvenciones salta a la vista. Tenemos varios ríos, otrora famosos salmoneros, contaminados y algunas rías señaladas como sucias en las guías de viaje más sinceras. Cuando alguien tiene una iniciativa, casi siempre tiene que contar con la incomprensión institucional local o central.
Pepe el Ferreiro, pese a todo, hizo un museo. Aquí sólo sobreviven los tercos, como él o como el alcalde de Grandas, Eustaquio Revilla. Gente que no dé su brazo a torcer y tenga claros sus objetivos. Los de Pepe, culturales y desinteresados. Los de Revilla, las noticias y el tiempo aclararán cuáles son.
Si no fuera por la tenacidad de personas como Naveiras, el Occidente sería un lugar triste y aburrido. Casi todas las iniciativas interesantes de verdad corren de la mano de particulares y no a menudo de las instituciones. Si no fuera por él, ahí querríamos ver a la Consejería de Cultura planteándose hacer un museo nada menos que en Grandas de Salime, con la carretera vieja en los años 80. Así es como se lo agradecen.
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