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Los celos y Otelo

3 de Mayo del 2018 - José Antonio Coppen Fernández

Es claro que los celos pueden afectar indistintamente al hombre o a la mujer, y hay que añadir que se puede sentir este aguijonazo por muchas cosas: en el amor, entre hermanos, etc, y suelen estar relacionados con la envidia y el egoísmo, pero sobre todo en aquellas áreas en las que la persona se siente más insegura y con bajo autoestima. Y en los casos de dudas, en los tiempos actuales hasta se pueden aplicar sistemas modernos para detectarlos. Es el caso reciente sucedido en el Reino Unido. Una mujer muy celosa se casó con su novio al que solía someter a un detector de mentiras cuando llegaba a casa, y es que sufría del síndrome llamado de Otelo –del que más adelante hablaremos–, un trastorno provocado por los celos desmesurados.

Los celos son, en definitiva, una señal de alarma que nos informan de la existencia de un peligro. Hay que decir pronto que en pequeñas dosis pueden ser hasta saludables e incluso pueden calificarse de románticos, pero cuando son excesivos pueden resultar enfermizos y llegar a causar dolor. No cabe duda de que son una respuesta emocional que surge cuando una persona percibe una amenaza hacia algo que considera propio. Se domina así a crear una posibilidad que induce sospecha o inquietud de que la persona amada presta atención a favor de otra.

Como ya anunciamos, no nos resistimos a traer a este comentario sobre los celos su más fiel exponente, cual es la figura de Otelo, de W. Shakespeare, considerada la tragedia de los celos; de la misma manera que Hamlet reunió todos los elementos de la venganza y la tragedia, y toda la obra en su persona. Otelo, el moro de Venecia, no es más que víctima de esa pasión, veneno, locura o enfermedad que son los celos, obra dramática que está considerada una de las más grandes de la historia de la literatura.

Hay que tener en cuenta que los celos de Otelo se inician con una conversación entre Yago y Rodrigo en la que acuerdan conspirar para derribar a Otelo. Yago, el perverso y maestro de la conspiración, servidor y confidente del moro de Venecia, que lo odia y envidia por el amor que Demóstenes siente por él. Durante toda la obra trama un complejo plan para engañar a Otelo, haciéndole creer que su mujer le es infiel con Casio, su lugarteniente. Y Otelo acaba matando a Desdémona poseído por unos celos enfermizos. Hasta ahí llega la influencia ajena.

Conviene insistir que muchas veces los celos son alimentados por la influencia ajena, caso ya indicado del moro de Venecia, que no se percató que le estaban tendiendo una trampa con mentiras de la infidelidad de su esposa. Dejemos claro que el síndrome de Otelo es un delirio por el cual la persona que lo sufre está firmemente convencida de que su pareja le es infiel.

Por último, como complemento, decir que en las obras del autor inglés con frecuencia su motor es la ambición, la de sus personajes. La mayoría hacen cosas malas, perversas, para lograr un objetivo particular. En "Macbeth" encontramos su inspiración en la ambición, como en "Hamlet" la revancha.

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