Sines tiene a Vasco Da Gama y Cacém su princesa
De la pequeña ciudad portuguesa de Santiago do Cacém lo más bonito es la leyenda de la princesa griega, sobre todo si uno es amante de lo bueno que bien podría haber sido en tiempos lejanos; de esa poesía de la historia que lleva a hacernos ver la vida con un halo ideal, para explicar cómo la realidad actual tiene raíces en lo antiguo. Así lo cuenta Julio Gil en el libro "Os mais belos castelos de Portugal" cuando escribe que “una noble mujer llamada Bataça Lascaris, huyendo desde Mediterráneo oriental, comandaba una aguerrida escuadra por ella misma armada. Desembarcó en Sines y al mando del ejército marchó para el Sur y atacó la villa islámica, gobernada por un cierto Kassen. La princesa guerrera lo combatió y tomó el castillo en el día de Santiago (25 de julio) y por eso le puso el nombre de Santiago de Kassen”.
Así de claro se ve el castillo, sobre la colina principal que enseñorea la ciudad. La fortaleza medieval tiene una doble muralla muy bien rehabilitada y cuidada, con un camino perimetral que permite mirar las panorámicas de la comarca, al fondo de las que se llega a ver Sines y sus industrias. Tiene también la población, entre cipreses, las amplias excavaciones de una ciudad romana, llamada Miróbriga, con restos del foro, termas, hipódromo y demás construcciones urbanas. Y tiene una curiosidad –¿que podríamos adjetivar como kitsch?– destacada entre el bosque de pinos, al llegar a la ciudad desde el Norte, aparece una especie de rascacielos neoyorquino, que no es sino un depósito de agua construido ya en el s. XXI y camuflado de esa manera.
Tras otros escasos, en paralelo a la costa, aparece Sines, ciudad al abrigo del cabo más sobresaliente de la costa alentejana. Población siempre marinera, pescadora, comerciante, que en los últimos siglos ha conocido la llegada y partida de ingleses, franceses, españoles y centroeuropeos que compraban, vendían, trabajaban o construían y todavía alberga la posibilidad de mayor grandeza. Quizá por eso, como un pequeño botón de muestra de su vocación cosmopolita, entre lo turístico y cultural, promueve desde hace ya años un festival de Músicas del Mundo que llama la atención y se abre cada mes de agosto a otros cercanos y lejanos lugares y culturas.
Las calles del núcleo histórico, centradas en torno al Castillo –y la Casa de Vasco da Gama, en su interior–, la igreja matriz de San Salvador, la Torre del reloj y otros edificios de interés histórico-cultural, conforman un núcleo acogedor y cuidado, que tiene a sus pies, entre escaleras, calzadas para vehículos y accesos ajardinados, la concha de la playa Vasco da Gama, con los pequeños puertos pesquero y deportivo en sus flancos.
El rey D. Pedro I, en el s. XIV le dio autonomía a Sines con el título de villa y se inició entonces la reconstrucción del castillo, que fue lenta y no se terminó hasta 1480, tiempo en el que su alcalde era el padre del gran navegante, descubridor, almirante y conquistador de los primeros enclaves portugueses en Oriente, Vasco da Gama (Sines, 1469 - Cochim, India, 1524). La casa del alcalde y natal de Vasco da Gama es hoy la oficina de turismo en su planta baja, a la vez que en pisos superiores se convierte en museo y centro de interpretación, con una exposición variada e interesante de muchos aspectos históricos de la ciudad y de su ciudadano más famoso; personaje que además aparece también representado mirando hacia el Atlántico en una estatua de significativa pose, en un jardín vecino, junto a la muralla.
Hacia el cabo, en una parte que en el s. XVI era arrabal marinero, Dona Lataça Vascaris, presentada en la leyenda como la princesa griega conquistadora de Santiago do Cacém y que en la realidad era una piadosa y noble dama de la reina, fundó allí la ermita de Nossa Senhora das Salas, lugar muy frecuentado para rezar que con posterioridad reconstruyó, amplió y mejoró Vasco de Gama, en una iglesia de estilo manuelino. Ahora es un templo sin culto, dedicado a museo del tesoro de la Virgen, con numerosos objetos litúrgicos, joyas y tallas del s. XVII hasta la actualidad. La arquitectura exterior del templo-museo es genuina, llamativa y bonita, en su aire tan alentejano de paredes blancas y juegos de formas, luces y sombras.
(Texto entresacado del reciente libro que lleva el título: “Viajes por el Sur de Portugal”).
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