Teresina, mujer de la Pascua
La alegría de la Pascua llegaba a Candás con la procesión del Encuentro, donde un velo enlutado quitado a la primera auguraba un buen año pesquero. Tras el saludo entre Madre e Hijo a los sones del Himno y bajo la enseña Patria, la siempre esperada "Salve".
Tras la misa y en la mesa pascual ya llegaba la triste noticia: falleció a la una y media del mediodía Mª Teresa Muñiz; el párroco reconoció que le supuso un desgarro interior recibir una noticia tan triste en un día tan alegre. No fue llamativo su final pues todo el mundo conocía su enfermedad, sin embargo don José Manuel aún esperaba poder visitarla en Gijón donde estaba siendo atendida por su hermana.
El día de su muerte, Pascua de Resurrección, ha sido la gracia con la que Dios ha querido premiar la existencia entre nosotros de una persona de la que decir que era buena es poco. Tere era exquisita; regaló su sonrisa, su bondad natural y su sencillez desmedida a todos. Cuando le diagnosticaron su grave enfermedad, hace ya tiempo, sabía que las cosas pintaban muy feas. Sin embargo, ni una lágrima, ni un mal gesto, nada desesperanza; se confió en ese Dios que es Corazón y en su Cristo que bien sabía qué es la cruz. Y la Eucaristía de la que siempre se alimentó, sostuvo su lucha interna y su esperanza.
Recuerdo cómo en su primer ingreso en Cabueñes, cuando la intervinieron para tratar de frenar en lo posible su enfermedad, su párroco fue a verla conociendo ya todos los detalles de su diagnóstico, pero ella le quitaba hierro al asunto y lo dejaba todo en manos de Dios. No fue una creyente de boca pequeña, sino que interiormente había cultivado profundamente su fe de manera extraordinaria.
El sacerdote que le llevó la Sagrada Comunión los días del Triduo y le administró la Unción de Enfermos, reconocía minutos antes del funeral ''ha sido una persona ungida por Dios''. Así era Teresina, una candasina de a pie para quien el Cristo fue el amor de su vida. La emoción en su despedida se palpaba: las lecturas del lunes de la Octava de Pascua proclamadas por sus compañeras de la Adoración Nocturna y de la Vida Ascendente, la Acción e Gracias final en nombre de toda la Parroquia, y, como no, la homilía de Don José Manuel donde la voz se le quebró varias veces y hasta las lágrimas, pusieron de manifiesto el sentimiento de todos en el recuerdo emocionado de esta buena mujer.
Esta Semana Santa, la última ya para tí, ha sido la más profunda; lejos de tu casa, de tu pueblo querido, de tu comunidad parroquial y sus tradiciones, pero más cerca que nunca de tu Cristo de Candás resucitado que con los ojos bien abiertos te llama a la vida, te convierte en su testigo de una nueva vida; primero como María en el Calvario sintiendo los dolores con ...l, y ahora ya como mujer del Evangelio que anuncia a sus discípulos que el sepulcro de Cristo estaba vacío.
Descansa en Paz Teresina
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