La obsesión de Revilla
Revilla está obsesionado con Asturias, aunque es difícil precisar por qué. Quizá sea por haber nacido relativamente cerca de Asturias y comprobar, desde su infancia, cómo Asturias mantenía una cultura popular viva y una identidad propia muy diferente a la que podía observar en la provincia de Santander, pese a compartir clima y geografía. El caso es que con la llegada de la Transición y tras abandonar la Falange, Revilla se parece haberse propuesto construir, de la nada, una personalidad diferenciada para la provincia que durante siglos fue el puerto de Castilla, convertida ahora en autonomía. Para ello no duda en hacer pasar como propias tradiciones y costumbres asturianas, llegando incluso a apropiarse de su historia, tergiversando y adulterando, cuando no inventando, un relato histórico carente de rigor o la más mínima prueba documental o arqueológica. De esta forma no es raro verlo defender en público el nacimiento de Pelayo en Cosgaya, aunque no aporta pruebas que demuestren este hecho, por el contrario, y para contrarrestar esa falta de evidencias, no le importa destinar dinero público a erigir una estatua en honor del fundador del Reino de Asturias en dicho pueblo que, curiosamente, se encuentra en un desvío de la carretera que lleva a Fuente Dé y por la que circulan numerosos turistas que se dirigen a coger el teleférico, lo que denota un evidente interés propagandístico.
Lo más preocupante de este fenómeno es constatar cómo se está construyendo un relato discursivo sin ningún tipo de fundamento histórico, pero que se repite constantemente por los diferentes platós de televisión, platós diferentes pero que forman parte del mismo grupo empresarial dueño de la editorial que le publica los libros. Puede ser esta la razón por la que nunca le piden explicaciones de sus argumentos o de su gestión política. En uno de sus últimas intervenciones radiofónicas no dudó en afirmar que, para ellos, Asturias y Cantabria es lo mismo. Pero esto no es cierto, Cantabria es un invento de la Transición, un nombre que designa a una entidad social que, si bien es cierto que aparece en las fuentes clásicas, con el paso del tiempo no tiene ningún tipo de continuidad histórica. Por contra Asturias tiene una identidad muy marcada, el propio nombre de Asturias se utiliza de forma ininterrumpida durante la Edad Media, y la Moderna, hasta llegar a la actualidad. De hecho, tan fuerte es esa identidad, que este año se cumplen 1.300 años del nacimiento del Reino Astur, aunque nuestras autoridades no parecen prestarle la atención que sin duda tendría tal acontecimiento de haber ocurrido en otra comunidad. Por ello es necesario que la sociedad asturiana se eleve por encima de la mediocridad de nuestros representantes y nos acordemos de no olvidar nuestra identidad.
Carlos Pérez, Xixón
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