La libertad de prensa en Turquía
Las noticias sobre la situación del periodismo y la libertad de prensa en Turquía son más que preocupantes, siendo la última la cadena perpetua dictada contra seis periodistas, incluidos los hermanos Ahmet y Mehmet Altan y la periodista Nazl Ilcak, acusados de "intentar subvertir el orden constitucional".
La crueldad de estas condenas de motivación política -30 años de cárcel con hasta 23 horas al día en régimen de aislamiento y sin posibilidad de libertad condicional- tiene una clara intención intimidatoria. La imposición de semejante pena no sólo atenta contra la libertad de expresión, sino que viola la prohibición de la tortura y otros malos tratos. La noticia de las condenas empañó la alegría de las celebraciones por la libertad de otro periodista, Deniz Yücel, quien ha pasado más de un año encarcelado sin cargos, la mayoría del tiempo en régimen de aislamiento.
En el caso de Mehmet Altan, no pasa desapercibida la amarga ironía de que haya sido declarado culpable de intentar subvertir el orden constitucional después de que el mes pasado el Tribunal Constitucional de Turquía ordenara su puesta en libertad, al fallar que su detención violaba el derecho a la libertad de expresión. El tribunal que lo juzga rechazó el fallo, pasando por alto la Constitución y haciéndose eco de las críticas del gobierno a la sentencia del Tribunal Constitucional.
El régimen de aislamiento prolongado (22 horas al día o más sin contacto humano significativo durante más de 15 días) vulnera directamente las Reglas Mínimas de la ONU para el Tratamiento de los Reclusos (Reglas Mandela) y constituye trato o pena cruel, inhumano o degradante que puede llegar claramente a ser tortura si se aplica durante meses y años.
Hay que recordar que la libertad de prensa y de expresión son derechos humanos fundamentales recogidos en el artículo 19 de la Declaración Universal de los derechos humanos. La libertad de prensa es fundamental para que exista un debate político abierto y una participación ciudadana informada, que sustenta a su vez la crítica pública inherente a todo sistema democrático que se precie de tal.
Las autoridades turcas deben poner los medios adecuados y tomar en serio un problema que no es menor, y que viene a suponer un impedimento adicional al progreso de una sociedad que se merece un futuro libre de miedos.
Francisco Javier Fernández López, portavoz de Amnistía Internacional Asturias, Oviedo
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