La sentencia de "la Manada"
Antes de escribir estas líneas ya me he puesto el casco y botas de seguridad, esas que llevan una chapa interior de acero, en el empeine y la puntera, para que no te puedan aplastar el pie.
Todo lo que está pasando alrededor de la sentencia sobre "la Manada" es muy preocupante y me temo que traerá consecuencias graves para el Estado de Derecho en este país. No es la primera vez que los políticos cargan contra la Justicia en España, no solo privándola de los medios necesarios para su buen funcionamiento; conviene recordar cuando Alfonso Guerra quiso asesinar a Montesquieu. Yo flipo en colores cuando veo cómo los políticos que han hecho la vigente ley (es de cuando gobernaba Felipe González) se ponen a la cabeza de las manifestaciones para acusar a los jueces, que son los que tienen que interpretarla. Esto me recuerdo mucho a los que fueron a la Guerra de Libia, "para poner allí la democracia" y ahora son los más compungidos por el drama de los refugiados en el Mediterráneo. En este sentido, ver a las alcaldesas de Avilés, a la anterior y a la actual, cargar contra los jueces es exactamente lo mismo que ser socialista y privatizar el agua. El oportunismo y la caradura ya son moneda corriente.
Es muy peligroso que sean las turbas y Twitter (¿se acuerda usted de lo que le pasó a Dolores Vázquez?) los que dicten las sentencias sustituyendo a los tribunales de Justica, en una especie de nueva Inquisición de la era digital y mediática, y que los políticos se pongan al frente de esa locura es especialmente preocupante porque nos muestra a la claras su verdadera condición y hasta qué punto llega su irresponsabilidad. La gente que opina alegremente y que, si estuviéramos en otros tiempos, ya habrían quemado a los jueces en la hoguera, ni conocen las leyes, ni son unos profesionales que estuvieron muchos años estudiando Derecho y luego trabajando ejerciendo esa profesión. Las sentencias sólo son válidas si se ajusta a mis deseos, ese es el mensaje que nos han lanzado. Nadie, en su sano juicio, puede pensar que ningún juez, por muy machista que sea, quiere que los violadores se vayan de rositas.
Esta causa ha estado sometida a fuerte presión desde el principio y los cinco individuos ya habían sido juzgados y condenados por violación, por eso la indignación ahora de algunos/as. Los movimientos feministas y los que les hacen el caldo gordo, no en su justa reivindicación de los derechos de las mujeres, sino en su fundamentalismo, se han sentido desautorizados por la sentencia. Les da exactamente igual si, en verdad, hubo violación o no, que la chica fuera con estos cinco impresentables a pedir habitación en dos hoteles y no dijera absolutamente nada a los recepcionistas de que la llevaban a la fuerza, de que a los pocos días de un acontecimiento necesariamente traumático para cualquier mujer colgara en Isntagram una foto con una camiseta con la inscripción: "Hagas lo que hagas, bájate las bragas" (prueba aportada por la defensa que formaba parte del informe de la agencia de detectives sevillana, Cassol Detectives, especializada en denuncias falsas y fraudes en bajas laborales y que fue admitida por el tribunal) o de que en el juicio cayera en graves contradicciones. Señores/as, se están ustedes equivocando mucho y haciendo un flaco favor a la Justicia y a las mujeres.
J. J. J. Suárez González, Gijón
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