TODOS CONTRA LA MANADA.
He leído la sentencia del juicio conocido como caso de "la Manada". En este grupo de amigos está lo mejor de cada familia sevillana. Entre ellos hay un militar y un guardia civil en prácticas, este último suspendido desde su participación en el caso Pozo blanco. Además de estos dos hay uno que tiene oficio conocido, es peluquero en un negocio familiar, cuya profesión sigue ejerciendo en la prisión de Pamplona. Los cinco pertenecen, y esto no es sorpresa, al grupo de ultras del Sevilla C.F. Solo uno carece de antecedentes penales, los otros cuatro estuvieron en la cárcel por diferentes motivos, la mayoría por robo con violencia.
Dicha sentencia es toda una aberración de hechos ocurridos durante las Fiestas de San Fermín, en Pamplona en el año 2016. La víctima, que tenía 18 años aquel entonces, fue abandonada por sus amigas y su amigo que la llevó en su coche hasta la ciudad navarra. Tal parecía que el destino le iba a jugar una mala pasada aquella noche. El resto de lo sucedido ya es conocido a través de los medios de comunicación y de la sentencia publicada. Lo grave de todo este suceso es el revuelo que se armó tras la lectura del documento condenatorio, y que sacó a la calle a miles de personas en toda España, pidiendo una condena más grave. Que les pregunten a los familiares de los condenados si están de acuerdo con dicha sentencia.
Según he leído en varios artículos de especialistas en Derecho Penal, la condena es equivalente a un delito por homicidio, lo cual demuestra que los hechos fueron graves de por sí. Menos mal que no hubo muertes, en este caso sería la de la víctima de los abusos sexuales, porque no ofreció resistencia a sus agresores. Lo que le queda a C., así la llaman en la sentencia, es el horroroso recuerdo de aquella noche de San Fermín, que seguro no desearía a nadie. Supongo que los jueces habrán mirado con lupa cada detalle de la instrucción del caso para dictar una sentencia que no contentó a la sociedad. Sin embargo los que piden mayor castigo no se paran a mirar las consecuencias de una condena mucho mayor de la aplicada, ya que ésta sería desproporcionada. Veinticinco años de cárcel por un delito sexual es la tercera parte de la vida de quien comete ese delito, y de aplicarse esta condena a los cinco acusados, cuando cumpliesen esa condena ya no estarían preparados para enfrentarse a la vida en libertad.
Este suceso y otros que ya pasaron y los que vendrán, son las consecuencias de la falta de trabajo para la juventud y que se dedican a la delincuencia como desahogo a sus problemas de convivencia. Lo más grave es cuando personas inocentes pagan las consecuencias de estos desalmados ciudadanos.
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