Cleptomanía, política y prácticas mafiosas
La cleptomanía es un trastorno del control de los impulsos, así lo recoge el Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales DSM-5 de la "American Psychiatric Association", donde se establecen los criterios para su diagnóstico. La persona afectada por este trastorno, siente con relativa frecuencia el impulso de "robar", aunque no lo necesite ni vaya hacer uso de aquello que "ha robado". El cleptómano no roba por necesidad.
El tratamiento de este trastorno, generalmente, comprende medicación, psicoterapia y grupos de autoayuda. Son las tres patas para su superación. Comparte, por tanto, elementos comunes con el alcoholismo, la ludopatía y otras alteraciones del control de los impulsos. El temor, la humillación o la vergüenza suelen dificultar la búsqueda de ayuda para su tratamiento, toda vez que la negación de ser un enfermo es el primer escollo que se tiene que salvar, ya que, sin tratamiento, la cleptomanía, como el alcoholismo, no es posible de superar y menos por su cuenta.
Estos días esta afección ha irrumpido en el debate político (creo que es más justo y preciso decir, en las alcantarillas de la política), pero de una manera tan lamentable como inapropiada, ignorante y miserable.
No recuerdo que la palabra cleptomanía o cleptómana haya aparecido en los pronunciamientos de políticos, tertulianos, periodistas, columnistas, politólogos... en relación con las actitudes y comportamientos de la ya ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, probablemente porque es más fácil y más destructivo llamarla directamente "ladrona de supermercados" que señalar que está enferma.
En un texto anterior mío ("Uno de los nuestros"), di mi opinión sobre las prácticas mafiosas del Partido Popular en el gobierno, y de la manera tan escandalosa, como Cristina Cifuentes era capaz de mentir sin sonrojarse en relación a su fraudulento máster nunca cursado y dejando el prestigio de la universidad española por las alcantarillas (lugar en el que sus compañeros de partido se mueven como nadie).
No fui capaz de detectar que esa manera tan escandalosa de "mentir" respondía a una de las características que comparten ludópatas, alcohólicos y cleptómanos. Es más, todo el episodio del falso máster hay que entenderlo a la luz de la cleptomanía, al tratarse de la "necesidad de robar" un título al igual que se "roba" en un supermercado. Por ello, la autora de estos episodios adquiere esa capacidad de negar los hechos, ya sea ante un guardia de seguridad de un supermercado, como ante los diputados de la Asamblea de Madrid, actitud que sorprendía al común de los mortales porque todos nos encontrábamos inmersos en la tela de araña que habían construido Cristina Cifuentes, el director del máster y la administrativa de la Universidad (que cambió las notas). Hoy, con la aparición del vídeo todo cobra un nuevo sentido. Nos encontrábamos ante un caso de cleptomanía de libro.
Ser cleptómano no es un delito, aunque sus acciones puedan ser tipificas de delictivas (dependiendo de la cuantía de lo sustraído) o de faltas; es una enfermedad, y como tal, no es un impedimento para el ejercicio de la política, otra cosa es que el partido político al que pertenece la persona afectada por este trastorno considere oportuno, deseable, conveniente... el promocionarle para el desempeño de funciones de elevada responsabilidad como representante de la ciudadanía.
No ha sido el caso con el partido en el Gobierno, es más, se ha utilizado los actos derivados del trastorno de la señora Cifuentes como arma política para acabar con ella. Con esto no estoy defendiendo a la ex presidenta de la Comunidad de Madrid (ya me he pronunciado al respecto), estoy denunciando una vez más las prácticas mafiosas del partido de Mariano Rajoy. Ellos sabían que ella era, y es, cleptómana, pero lejos de considerar que no era prudente ni aconsejable su promoción como dirigente político, lo hicieron como pieza clave para sus luchas internas y poder utilizar las consecuencias de su trastorno cuando fuese necesario y así lo han hecho.
La señora Cifuentes (alguien debería aconsejarla que se ponga en tratamiento) ya no es presidenta de la Comunidad de Madrid, ni del Partido Popular de Madrid. Ella, Mariano Rajoy y su partido han convertido Madrid en una cloaca. Van a seguir gobernando Madrid porque Ciudadanos se ha quitado definitivamente la "máscara/regeneradora" para mostrarse ante los madrileños y España entera como lo que son: una nueva versión del neoliberalismo español, y han aprendido pronto a taparse la nariz y mirar para otro lado. La antesala de la corrupción.
Marcelo Noboa Fiallo, Xixón
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