¿Cuánto quieres a tus padres?
Estamos llegando a la fecha señalada, como el Día de la Madre, y está de moda preguntar ¿cuánto quieres a tu madre? El 99,9% diría muchísimo, yo la primera, pero de repente tengo mis reservas. Miro el mundo y veo las residencias geriátricas llenas de mayores, padres o madres de alguien.
Todos o casi todos queremos a nuestros padres, nos enseñan a caminar, a hablar, nos educan o maleducan, pero lo hacen como mejor entienden porque no nacemos con manual de instrucciones. Nos llevan al cole, al médico, nos curan, nos atienden y nos aguantan, nos sufren, nos dan dinero para nuestras cosas, nos mandan a la universidad, nos pagan las vacaciones. El poco o mucho dinero que tienen, conseguido con privaciones de cosas para ellos, nos lo dan sin pensarlo dos veces y si, por desgracia, nos llega una enfermedad que nos invalide, no nos meten en una residencia, sino que nos atienden como mejor pueden, y seguramente en su casa. Y todo, a cambio de nada, o en tal caso a cambio de disgustos para ellos.
En nuestro papel de hijos estamos encantados con todo ello porque incluso creemos que es su obligación, hasta que de repente llegan a mayores, o no tan mayores, pero hay que atenderlos, ya no nos cuidan a los niños, ya no nos dan dinero porque lo necesitan para sus cuidados y no les queda, sobre todo gracias a sus paupérrimas pensiones y a las inexistentes ayudas que tienen, realmente no nos sirven para nada sino para cargos, preocupaciones, pérdida de tiempo y de dinero, para aguantarles todos los días las mismas historias que nos contaron cien veces, recordándoles en muchos casos quiénes son y quiénes somos, sintiéndonos padres de nuestros propios padres. La verdad, una lata porque con la vida tan ajetreada que vivimos es un gran problema para nosotros. Ya no son nuestros padres, son un estorbo.
No estamos preparados para asumir que nosotros somos hijos, pero también padres de alguien, y esos hijos nuestros el día de mañana nos van a ver como hoy vemos a nuestros padres mayores, porque va a llegar un momento que no servimos ni para proporcionar el vil metal. A lo mejor tu hijo te quiere mucho y te cuida, pero tendrá una familia en la que el/la "compi" que le tocó o buscó, no te quiere aguantar porque no tienes nada que ver con él/ella, aunque ese personaje verá a sus padres totalmente diferente y los colmará de atenciones, si puede. Estamos en una generación en que vemos cómo la idea de familia (abuelos, padres, hijos, nietos, biznietos) ha desaparecido en el momento en que no te valgas. Por ello soy consciente de facilitar a mi hijo la vida y utilizar el tan comentado testamento vital no sólo para una muerte digna sino por si me llega con antelación una enfermedad que no me deje elegir o manifestarme, me lleven para una residencia. Es la mejor herencia que entiendo puedo dejar ahora mismo.
Pero esto no es justo para los que no piensan así y trabajaron duramente y con privaciones para conseguir una casa, una vida digna para su familia, una vida cómoda y sin preocupaciones para sus hijos. Me da pena pensar en lo que nos estamos convirtiendo, porque, además, algún día nos tocará, y si ahora tengo que contestar a la pregunta inicial ¿Cuánto quieres a tu madre/padre? Ya se la respuesta. Contestaría: Nunca tanto como ellos a mí, salvo excepciones, claro está.
Eva Arboleya Rodríguez, Gijón
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