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Huevo de pichón nonato

9 de Mayo del 2018 - Rufo Costales (Oviedo)

Con el paso del tiempo, me convertí en un ilustre odiador de las palomas callejeras, esas "ratas con alas" a las que ya de niños, como un juego, con total impunidad, intentábamos perseguir y patear.

Después de su periplo vital por varios continentes, han logrado aclimatarse perfectamente al hábitat urbano, donde instalan sus nidos en cualquier tejado o recoveco de los edificios de las ciudades, alimentándose en contenedores y vertederos, y generando excrementos, incesantemente. Son una plaga que lo invade todo, porque cuando una paloma no caga, es que está muerta.

Estas aves se pueden reproducir varias veces entre los meses de marzo y agosto (una o dos crías a la vez), y desde el momento en que nacen, reconocen su lugar de nacimiento, y continúan con esta conducta de manera hereditaria.

Ni las semillas esterilizantes, ni los ultrasonidos, ni los nidos electrificados, ni los halcones alejan a las palomas de sus querencias. Con estos precedentes, me pongo en lo peor.

Una paloma okupa, y con ella el macho, han tomado por las bravas mi terraza. He intentado echarlas cívicamente, por las buenas, pero ellas, siguiendo a rajatabla el manual del buen okupa, se han negado,

He tenido que recurrir a métodos más expeditivos sin tener en cuenta que el miedo (y tenían miedo) provoca la defecación involuntaria en todos los animales. Para más inri, la parejita ha decidido tener descendencia, lo que implica una multiplicidad de excrementos en la hembra, llegando a evacuar hasta 75 veces por día, cuando le faltan pocas horas para poner un huevo. Ha puesto el huevo, y me han puesto la terraza perdida. Airado, con un punto de desesperación, expulsé a la paloma del tiesto donde estaba incubando, y allí quedó el huevo del pichón nonato. Lo cubrí con un platillo, y a esperar. La paloma solo volvió en una ocasión. ¿Seré reo de palomicidio, en mi afán de librarme de ellas?

Hice partícipes del suceso a otras personas, y una enojada amiga animalista, me llamó animal y bolchevique ¿por qué, por dios?

Respeto a los animales, a todos, pero tengo el derecho a clasificarlos por gustos y querencias. Y las palomas no me gustan.

No me gusta que sean una máquina de producir mierda, de día o de noche, en vuelo o en estático; no me gustan sus ruidos molestos a horas intempestivas en época de apareamiento; no me gusta que sean portadoras y transmisoras de agentes infecciosos como virus, hongos o bacterias, pulgas, ácaros, garrapatas o chinches; no me gusta que sus excrementos sean tan corrosivos y dañinos para las estatuas, mobiliario urbano, edificios, madera, vehículos y un largo etcétera; no me gusta que sean, además de sucias, torpes, confiadas, y estúpidas, que lo mismo se despiojan en la mesa de la terraza donde estás comiendo, que te lanzan desde la cornisa de una ventana, o un cable de la luz, sin previo aviso, unos proyectiles repelentes y apestosos, que te impactan donde menos hubieras deseado (implacable ley de Murphy).

No, no me gustan, pero en modo alguno deseo su exterminio. Urge, eso sí, un plan que dimensione el problema y controle esta y otras plagas, y los consistorios están, o eso parece, en ello.

El ayuntamiento de Oviedo, concretamente, ha detectado que los puntos con presencia masiva de gatos callejeros, ratas y palomas se corresponden con zonas en las que los "cebadores" alimentan a los animales con pan, arroz o restos de comida, por lo que en una nueva normativa, que será aprobada en breve, propone multar económicamente a esos "cebadores".

Interesante es recordar al respecto, que hace ya una década, el magistrado-juez Llavona, condenó a una vecina de Oviedo a abandonar el piso en el que vivía, por entender que su actividad de alimentar de forma reiterada a las palomas "resultaba molesta, incómoda e insalubre". Criterio compartido por sus vecinos, que también se quejaban por la creciente insalubridad de las zonas comunes y de los alféizares de las ventanas.

Me disculpo ante las personas que sienten amor por estos animales, porque aunque sea literariamente, amor y paloma están relacionados. Vean si no lo que ha escrito Megan Maxwel "El amor es como una paloma, viene, se caga, y después se va. ¿Acaso todavía no te has dado cuenta?".

Un saludo cordial

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