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Hijo fuiste, padre serás; tal hiciste, tal habrás

13 de Mayo del 2018 - José Antonio Gutiérrez González (Piedras Blancas)

Desde el nacimiento de los hijos, mucho se habla de las obligaciones que contraen los padres para con ellos, pero, en cambio, nada se dice del derecho de éstos a ser atendidos y cuidados en su etapa de vejez, es decir, cuando más se necesita.

En España viven infinidad de padres ancianos y/o enfermos que se han desvivido siempre por dar a los hijos la máxima educación y bienestar dentro de sus posibilidades y cuando llega la última fase de su vida se encuentran abandonados a su suerte, bien sea en su domicilio o en residencias de mayores. Muertos en vida.

Recuerdo que antiguamente, cuando se desatendía a los padres, había una concienciación muy generalizada que hacía que los vecinos te ignoraran o rechazaran, y ello, aunque sólo fuera por el qué dirán, todos cumplían. Esta ausencia de principios y responsabilidades está inducida por un sistema individualista, desarraigada por la familia, que justifica a los hijos, en la falta de tiempo por sus obligaciones laborales, a olvidarse de que aún viven los progenitores y que necesitan, más que nunca, física y psíquicamente de su compañía.

La sociedad que no se ocupa ni preocupa de avivar con su ejemplo la obligación que se tiene con los padres está fomentando su deshumanización, su autodestrucción moral. En mi opinión no hay excusas que valgan, la omisión de esa responsabilidad debería ser causa, previa intervención de un juez, de exclusión de la herencia a que hubiere lugar.

Personalmente, en mis tiempos jóvenes, he podido comprobar un ejemplo en mi misma calle. Una familia de cuatro hijos, todos ellos trabajando y su anciana madre en estado vegetal en cama durante bastantes años; de día pagaban una mujer para su cuidado y cada noche se turnaban entre ellos para que su madre nunca estuviera sola. Bonito ejemplo, ¿no?

Hoy, la soledad se ha convertido en un problema social y no debemos olvidar que de soledad también se puede morir. Por ello, me permito insistir en el título de estas líneas: “Hijo fuiste, padre serás; tal hiciste, tal habrás”.

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