El PC y la manifestación del Vietnam
El pasado domingo, el suplemento Siglo XXI de este periódico ofreció un reportaje sobre la revuelta estudiantil del año 1967 en la Universidad de Oviedo y la manifestación contra el Vietnam que hubo en abril de dicho año. En una de las páginas del artículo figuraba, de forma muy destacada, un titular que quiero matizar: "El PC no estaba de acuerdo con la manifestación".
Ese titular transforma lo que no había sido más que una apreciación mía personal (que, por lo demás, no mantuve por mucho tiempo, ya que me convencieron los argumentos de los camaradas estudiantes y el clima que pude observar en la Facultad), transforma, digo, esa opinión mía y sólo mía en una toma de posición política, se supone que de la dirección del partido, que no existió en modo alguno. Es necesario, pues, deshacer ese malentendido que pone en cuestión la actitud respecto de la guerra de Vietnam de quienes dirigían entonces el PC en Asturias, en primer lugar, del que era su máximo responsable a la sazón, Horiacio F. Inguanzo.
En lo que a mí respecta, deseo aclarar también que no sólo no me opuse a que los estudiantes del partido participaran en la organización de aquella justa protesta contra el imperialismo norteamericano, sino que me sumé públicamente, como profesor de la Facultad, a aquella iniciativa y tomé parte en la manifestación en primera fila; tan en primera fila que la policía pudo sacarme varias fotos que sirvieron después como prueba ante el Tribunal de Orden Público.
En cuanto a la reunión que al parecer mantuvieron con Herrero Merediz algunos de los estudiantes que entonces dirigían el PC en la Universidad, y que estaban preparando la manifestación junto con otros estudiantes de diversas tendencias, debo aclarar también dos cosas: la primera, que nunca tuve noticia de tal reunión, pues ni Merediz ni los entonces estudiantes me hablaron jamás de ella; y la segunda, consecuencia de la primera, que ignoro absolutamente cuál fuera el contenido de dicha reunión, pero que, en todo caso, Merediz sólo podía dar una opinión personal que en modo alguno podía representar una presunta postura política de la dirección del PC, ya que él no formaba parte en aquel tiempo del Comité Provincial ni de ningún otro órgano de dirección.
Finalmente, mi apreciación personal (que, insisto, pronto rectifiqué) respecto a que era preferible orientar la opinión y la protesta estudiantil hacia la solidaridad con los mineros despedidos, quizá había que vivir en la cuenca minera, como yo vivía entonces, para darse cuenta del drama humano que aquellos trabajadores y sus familias estaban padeciendo y de la necesidad de que aquella situación se diera a conocer en toda Asturias. Que los estudiantes fueran más sensibles a las atrocidades que se perpetraban en Vietnam que al drama de los mineros despedidos tan cerca de Oviedo es cosa que han de explicar los sociólogos. Lo positivo es que aquella manifestación tuvo lugar. Y sacudió muchas conciencias en Vetusta.
José Manuel Torre Arca, profesor jubilado de la Universidad de Oviedo, Gijón
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