La perversión consentida
En su origen el feminismo tenía connotaciones aceptables, y todos lo interpretamos como una manera de reivindicación de la mujer en pos de la igualdad, que no fueran discriminadas por ser madres, al mismo tiempo que se les fuera reconocida su singularidad dentro del mundo del trabajo por tales motivos sin que ello supusiera diferenciación con los hombres.
Pero ¡no! Ahora decayó en un feminismo retrogrado cargado de androfobia, que humilla a las mujeres pretendiendo coartar su libertad de elegir hacer y ser cómo les dé en gana con su vida, su cuerpo y su dignidad. El ejemplo claro lo tenemos con las azafatas de carreras de bicicletas, motos y coches, donde se las insulta y pretenden prohibir que ninguna decida ganarse la vida de esa forma ¿ustedes les darán lo que ganaban allí?
Ocurre con cualquier otro tipo de trabajo que cada cual acepte libremente realizar ¿quiénes son ustedes para decir lo que está bien o mal o es decente, indecente o denigrante? Lo indecente es verlas trabajar para ustedes de chachas en casa, cuidando a sus abuelos día y noche por 800 euros y sin asegurar. Lo indecente es ver miles de mujeres trabajando en hoteles por 700 euros donde ustedes se van de vacaciones pagando la habitación a 40 euros gracias a la explotación de dichas mujeres. Lo indecente es mujeres con niños y abuelos a su cargo sin posibilidades, donde ni guarderías y residencias en condiciones exigen ustedes al gobierno de turno. Lo indecente es ver viudas o solteras que por diferentes motivos de cuidado de hijos, padres y abuelos ahora poco menos piden limosna de mayores. A eso debieran dedicarse ustedes, esa es la dignidad de la mujer, que pueda valerse por sí misma, esa es la verdadera libertad ¡Ustedes solo rezuman misandria y odio por los poros!
Ahora el movimiento “METOO”, donde la Justicia debiera actuar sobre sus organizadores, que consiste en animar a todas las mujeres del mundo a denunciar con nombres y apellidos los abusos sufridos incluso más allá de 5, 10, 20 o 50 años ¡es de locos! ¿Dónde dejan ustedes féminas despechadas la presunción de inocencia y la Justicia con mayúsculas? ¡Claro que hay que denunciar los maltratos, abusos, agresiones y violaciones! Pero no vale querer cobrar víctimas con carácter retroactivo de años, sin tener en cuenta la memoria retorcida trasladada en el tiempo con su compañera la maldad de quien quiera dañar por desengaño y rencor, la prescripción de los delitos, es que si en su día no denunció ¡ahora no vale! Es tarde, mal y nunca. Y menos dar nombres y apellidos donde se puede, con toda seguridad, dar rienda suelta a un peligrosísimo uso del despecho de muchas mujeres. Salvo que ustedes se sientan con la atribución de la bondad personificada y la Justicia aplicada.
Almudena Grandes, la escuché decir que, recordando tiempos de su juventud, y comparándolo con lo que dicen ahora las feministas, quizás sufrió algún abuso o acoso que por aquella no lo interpretaba tal. Cómo ven, ahora se mezcla todo en un souvenir acusatorio donde cuídense hombres de merodear mujer. Solo Victoria Vera dijo que jamás sufrió acoso alguno, y mira qué era todo un tipazo de esos que ahora te da por ensalzar y te tildan de enfermizo sexista acosador.
Ustedes feministas rancias, se están cargando la confianza entre seres humanos, al igual que el independentismo, ustedes son un peligroso remedio para la misma mujer. Lograrán dividir la sociedad en dos: Hombres y mujeres distanciados por patrones que ustedes marcaron a fuego, como la desconfianza y el temor a entablar relaciones, o ensalzar y admirar la belleza ¡ya se, feas! Ustedes se creen feas a repartir, por eso envidian a las guapas y las quieren alejar de hombres que las acechan a ellas, y a ustedes ni se acercan, ni lo harán, peligran ser denunciados.
El halago, el piropo sano, el cortejo, la galantería, el coqueteo, las relaciones personales y el gustarse siempre con el respeto por medio, debe separarse de acoso y abuso; de lo contrario las sexistas son ustedes con ustedes mismas.
Un abrazo humano.
José Viñas García, Villamiana (Oviedo)
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