¿Miran a la caza?
En la actualidad se está procediendo por la Administración, según nos cuentan, a efectuar una criba logística de superior intensidad, mayor capacidad técnica y de medios, como forma de justificar la necesidad de establecer medidas de control y correctoras, en prevención de evitar, en la medida de lo posible, los graves perjuicios que puedan ocasionar los vertidos de productos altamente tóxicos, muy peligrosos, que dicen se vienen produciendo por la mano del hombre con cierta regularidad en algunas zonas concretas de la versátil y sensible orografía asturiana,
Ante una situación de estas características, surge el viejo desdén ofensivo y gratuito hasta ahora, y la consabida voluntad oportunista de un amplio sector del fragmentado mundo ecologista que se mueven desde patrones de comportamiento ligados a ese anticuado afán que existe y continua vivo, de ofrecer señuelos caricaturescos infundados a la sociedad para que den lugar a crear dudas sobre la actividad cinegética, que por más que pudieran incitar sobre la mejor conveniencia de adjudicárselos a ella, serían imputaciones de tipo surrealista, puesto que, nada de lo que se le pretenda atribuir para restarle crédito y respeto, le corresponde.
Episodios como estos de los vertidos químicos que contienen sustancias tóxicas capaces de producir efectos perjudiciales en cualquier ser vivo al entrar en contacto con él, no tienen que ser arrogados ni tan siquiera insinuados, a una supuesta influencia sospechosa que podamos ejercer directa o indirectamente los cazadores, tal y como parece se pretende dar a entender desde el sector animalista y afines doctrinales de registro tan vario, en ese empeño polarizador que tienen de querer proyectar la mirada de una posible culpabilidad hacia quien, en este caso, no la tiene. Es por eso que, aquellos que pretendan instrumentalizar estos sucesos cuando sobrevienen, en el requerimiento de solicitar a su administración autonómica correspondiente, el cese de toda actividad cinegética, como una de las partes concluyentes para la solución de problema, es sencillamente estar fuera de toda realidad. No hay fundamentos que acrediten con certeza la necesidad de implantar una exigencia de esta naturaleza.
En realidad, lo verdaderamente interesante para aquellos que buscan minimizar la credibilidad de la caza es su obsesión por llegar a identificarla por una gran mayoría de la sociedad como una materia innecesaria e inconcebible con la finalidad de que no tenga continuidad en el tiempo y sea abolida. Son esquemas publicitarios de un programa que unir a una trayectoria de denuncias de causa injustificada, por aquellos quienes la persiguen, empeñados en atribuirle inculpaciones inverosímiles como agravantes.
Eduardo Bros Martínez, Oviedo
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