Violencia y droga en el Campo de Gibraltar
Los comentarios que circulan estos días por España, y los análisis que se escriben a raíz de los sucesos del Campo de Gibraltar, suelen ser un argumento compartido que el narcotráfico se extiende por la comarca sobre un caldo de cultivo de desempleo, uno de los más altos de nuestro país. Por ello, debemos comenzar preguntándonos cuánto se debe a la droga, es decir, cuántos trabajadores obvian de modo voluntario del mercado laboral para dedicarse a un negocio ilegal que da inmensos beneficios, tiempo libre, poca carga de trabajo a cambio de un riesgo carcelario que, en el caso de hachís, casi nunca es muy largo.
En las últimas semanas, en el Campo de Gibraltar, han sucedido acontecimientos en los que narcotraficantes o su entorno desafían e incluso se enfrentan a las Fuerzas de Seguridad del Estado. Por ejemplo, el asalto a Urgencias del hospital de La Línea de la Concepción o a depósitos judiciales para intentar recuperar bienes incautados en operaciones contra el narcotráfico; la frustrada tentativa de incendiar una embarcación ligera de la Agencia Tributaria dedicada al Servicio de Vigilancia Aduanera en el puerto de Algeciras, además de agresiones a agentes y vehículos policiales en distintas localidades campogibraltareñas, son ejemplos recientes de la escalada narco. A todo esto se suma la reciente operación realizada el pasado domingo por el instituto armado, que desarticuló, con la detención de doce personas, una de las organizaciones más importantes dedicada a la introducción de hachís en la comarca gaditana desde Marruecos, que había hecho llegar a esta costa más de 10.000 kilos de esa droga.
Es obvio que si los clanes del hachís, al igual que las mafias que trafican con las personas que intentan cruzar el Estrecho, están allí asentadas es por la cercanía geográfica de Marruecos y por las facilidades que han encontrado hasta ahora para operar con el resto de España y Europa.
Efectivamente, el Campo de Gibraltar arrastra un problema grave, pero el origen del narcotráfico no es solo éste, sino que Marruecos está a 16 kilómetros de distancia, a menos de media hora en moto acuática, y que en España y en Europa se consume mucha droga.
Por tanto, ante estos problemas globales solo caben soluciones que impliquen al conjunto de las instituciones y, en ese sentido, el Gobierno debe coordinar sus esfuerzos y hacer ver a la UE que territorios periféricos y estratégicos como el Campo de Gibraltar requieren de un tratamiento específico en materia de seguridad, política social, e inversiones para la creación de empleo que favorezcan alternativas vitales para una masa de población que, hoy por hoy, se topa en la puerta de su casa la tentación del narcotráfico.
Es, pues, un mercado ilegal que hay que cercar para que no termine por corromper a la sociedad, ni para convertir a los narcos en dueños de la calle, que es lo que ha comenzado a pasar en la Línea de la Concepción.
José Antonio Gutiérrez González, Piedras Blancas (Castrillón)
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