Nacionalismo tóxico.
El nacionalismo es un invento de la burguesía para dividir a la clase obrera. Sentencia de un filósofo de origen judío con la que, a los hechos me remito, no puedo estar más que de acuerdo. Pero aún hay más. En estos días de exaltaciones emocionales para las que la razón es un estorbo he comprobado que con el movimiento del cieno va aflorando todo lo estupido, zoquete, irracional, ultramontano y carpetovetónico.
Tontos que colocan lazos en las calles y cruces en las playas. Tontos que trasnochan para quitarlas. Cantantes que reinventan himnos. Banderitas por aquí, simbolitos por allá. Hora retiro una estatua, hora quemo un retrato, ahora relaciono cualquier noticia con lo que yo pienso. Perdón, con lo que yo siento. Pensar es de idiotas. Y de traidores.
Y yo aquí, a veces siento la tentación de meter la cabeza debajo de una manta, avergonzado de que tantos de mis contemporáneos sigan sin alcanzar un paso evolutivo que desde arriba parece tan sencillo de dar.
Es evidente que todo lo que apela a las emociones libera la capacidad de razonar, la convalida, por así decir. Particularmente cuando éstas, que son saludables, crecen hasta colonizar todo el entendimiento. La frontera proteje del enemigo en la misma medida en que lo crea, Innerarity. No hay que preocuparse por buscar lo nacional, lo que estamos haciendo ahora será lo nacional más adelante. Borges. Y ese es el motivo de mi vergüenza, en el futuro se estudiará, si queda dinero para ello, que allá por el 2020 los tontos muy tontos perdían el tiempo en desollarse por unas banderitas, unos himnos y unas fronteras mientras el poder poderoso se despiporraba contemplándolo.
Las identificaciones regionales las carga el diablo, de manera que cualquier chalado con complejos sin superar se puede constituir en policía y custodio de la moral. Estoy llegando a la conclusión de que ya no se trata de una lucha de clases, ni siquiera de nacionalidades, todo apunta a que lo que se manifiesta es una separación por caracteristicas neuronales o, si se prefiere, por coeficiente intelectual: a un lado quienes creemos que esto de las emociones nacionales no debe trascender más allá de la identificación con un equipo en el mundial, al otro lado los demás.
Así es, mientras el problema de la vivienda se agudiza, la sanidad cada día pierde recursos, las salarios se estancan y menguan, los de siempre siguen saqueando el estado y todas esas cosas que ya sabemos algunos cretinos, de creer, se han creído la tontuna de las naciones, ese invento moderno del diecinueve, que hay que ser torpe. A estas alturas.
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