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Desprecio al asturiano

26 de Mayo del 2018 - Pablo Barrio González (Mohías (Coaña))

Una de las ideas que más se han difundido entre los detractores de la oficialidad del asturiano es la de que el asturiano es un “invento”, una lengua no real, creada sintéticamente en un laboratorio de sesudos y conspiradores filólogos con mucho tiempo y dinero para tales menesteres.

Esta idea parece tener su germen en las acusaciones que en su día vertieron algunos de los más sobresalientes filólogos que ha dado Asturies.

Para Neira no existía el asturiano, sino los bables y de ellos hizo importantes estudios, sobre todo del habla de Lena. Neira no consideraba que se pudieran sintetizar las características compartidas de todos los bables. Y a pesar de ser un grandísimo filólogo, propuso una idea ridícula. Los hablantes de un bable concreto al hablar con hablantes de otro bable concreto recurrían al castellano, que eran la lengua que les unía.

Cualquiera que haya tenido un mínimo contacto con hablantes patrimoniales y veteranos de asturiano sabe que esto está alejadísimo de la realidad. Pero, si en muchísimos casos, ¡no hablaban otra cosa que no fuera su bable!

Además, ¿a quién le son ajenas conversaciones en las que se diga “en tal sitiu a la fesoria llámenla ‘eixada’”? (dejando bien claro que no ha sido necesario el uso del término castellano “azada” para negociar el significado).

Neira y otros estaban en contra del estándar, de un proceso de estandarización, esto es, ¡de la selección de una norma para la escritura! No negaban que el asturiano existiera, aunque lo hiciera en millones de maneras en su opinión. Le negaban la posibilidad de “hacerse serio”. Y utilizaron argumentos de defensa de la diversidad para atacarla. Para ellos había que defender “los bables” y no el asturiano. El asturiano era el depredador de los bables en su visión, mientras el castellano era el tranquilo rey de la selva que no se metía en política.

El estándar, en todo caso, nace para proteger la diversidad. Puede que algún rasgo se diluya, aunque no lo deseo ni lo considero imprescindible, pero si hay alguna posibilidad de que “los bables sobrevivan” es a través del estándar que en todo caso sirve para visibilizar y dignificar la riqueza lingüística de Asturies. Parece mentira que defendamos que el estándar asturiano amenaza las variantes y sustituirlas ellas todas por el castellano no contribuya a que desaparezcan.

No le niego al estándar cierta artificialidad. Pero los estándares son dinámicos y necesitan del diálogo con los hablantes para ajustarse, para ser más reales, y en ello estamos.

Otro de los argumentos que habitualmente se emplean es el de la libertad de uso. Cualquiera puede usar el asturiano en Asturies, en cualquier situación que así lo considere oportuno. ¡Como si no hubiera condicionantes! Como si uno pudiera decir una palabra en asturiano sin que se le cuelgue una etiqueta del tipo (escoja su opción/es preferida/s) “paleto”, “zafio”, “nacionalista”. Como si la Administración usara regularmente cualquiera de las tres (sí, tres) lenguas que se hablan en Asturies en todas sus comunicaciones. Como si la Administración contestara en asturiano a correspondencia recibida en esa lengua. Como si tod@s no hubiéramos visto/sufrido casos de discriminación/humillación en base a la lengua. ¿Cómo creíais que se sentían los chicos a los que se les reprendía por decir, qué sé yo, “calcetos”, “purrir”, “gafu”, “gochu”? ¿Cómo creíais que se sentían los chicos a los que sus compañeros o amigos imitaban, repetían palabras que habían dicho acusándoles de cualquiera de las opciones enumeradas más arriba? ¿Qué sensaciones tenían los chicos que no se atrevían a repetir en público palabras que se oían en casa?

¿Y para qué sirve la oficialidad del asturiano y su estandarización? Pues, entre otras cosas, para devolver la autoestima a sus hablantes, para mejorar las relaciones intergeneracionales o para mejorar el rendimiento académico de los chavales que lo tengan como lengua materna, beneficios todos ellos descritos en cuantiosos estudios sobre implantación de lenguas minoritarias en el sistema educativo.

¿Y además, sabéis qué? Que es mentira que sea por una cuestión económica, filológica o para evitar nacionalismos. La única razón que hay en Asturies para que el asturiano no sea oficial a día de hoy es el profundo, arraigado, irracional y en algunos casos inconsciente desprecio que una parte de los asturianos siente por la parte que tradicionalmente ha hablado esa lengua, ello es, la clase obrera y la clase campesina. Y lo demás que se lo vayan a contar a Ruto.

Pablo Barrio González

Mohías (Coaña)

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