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Impuesto de posesiones

26 de Mayo del 2018 - Julio Carbajal Carcedo (ALCOY)

Año 2025. Asturias. Oviedo. José Luis sale temprano de su casa en la calle Uría en una desapacible mañana de orbayu y a pocos metros de su portal dos individuos, uno alto y otro más bajo, captan su atención.

-"Disculpe!"- Los individuos visten bien, así que José Luis no se alarma. -"Sí, díganme"-. -"Verá -dice el más bajito dirigiéndose a él a la vez que saca de su bolsillo una especie de placa de Policía junto con un carné de color sepia-, somos subinspectores de Hacienda del Principado y venimos a solicitarle que nos enseñe su cartera para ver cuánto dinero lleva encima".

José Luis, incrédulo, tras una breve pausa, contesta: -"¿Cómo dice?". Entonces el otro individuo, el más alto, añade: -"Sí. Mire, no sé si está al corriente. Desde hace algún tiempo, en función de las competencias que tiene asignadas el Gobierno del Principado, se ha creado el Impuesto de Posesiones, según el cual nuestra Hacienda puede confiscar el exceso de dinero en efectivo que un ciudadano porta en la vía pública".

Nuestro protagonista, preguntándose si no estará aún dormido, se queda desorientado y balbucea: -"Ah, pues... no sé..., la verdad es que no tenía ni idea de esto". Y mirando a uno y otro, les pregunta: -"No estarán ustedes de broma, ¿verdad?... ¿Esto funciona así?". El bajito le contesta entonces con tono paternalista: -"Sí, sí que funciona así, caballero. Le comprendemos. La verdad es que la gente no suele conocer este impuesto hasta que alguno de nosotros le para por la calle y le hace una inspección. Tenga usted en cuenta que cuesta mucho dinero mantener el bienestar social y si un individuo puede pasearse por ahí con una gran cantidad en metálico es porque puede permitirse el lujo de compartir algo con los más necesitados. Antes, el Impuesto de Sucesiones compensaba estas diferencias patrimoniales, pero desde que se suprimió... -añade con una sonrisa- hay que buscar otras fórmulas para repartir la riqueza".

-"Bueno, no sé... Verán ustedes, creo que llevo encima unos ciento cincuenta euros..., ¿tengo que pagar algo?"-, pregunta humildemente José Luis, estupefacto. Entonces el más alto, sacando una especie de táblet del bolsillo de su chaqueta, le contesta: -"Sí. Me temo que tendrá que pagar usted unos... treinta euros, es decir, el treinta por ciento de lo que exceda de los sesenta euros, que se establece como cantidad máxima para llevar encima. Pero no se preocupe que yo ahora mismo le hago un apunte telemático de la gestión a través de la PDA y le facilito al instante un recibo del pago por si hoy le paran otra vez".

Así funciona el Impuesto de Sucesiones. Literalmente. La diferencia es que en este relato nadie muere. Al que ha elegido prosperar durante su vida y disfrutar de la comodidad de un patrimonio, se le confisca una parte. Si José Luis se hubiera gastado esos euros de más en jamón cinco jotas, no pagaría nada. Para eso se lo gana, ¿no? El año 2017 ha sido el de mayor renuncias a herencias en Asturias por no poder pagarlas. Concretamente 1.697.

Menos mal que las urnas de 2019 pueden acabar con este asalto, expulsando de una vez a aquellos que mantienen vivo el Impuesto de Sucesiones.

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