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Alexander McQueen: sentido y sensibilidad

24 de Febrero del 2010 - Luis Alberto Fernández González

Todos los días pregunto a los chavales que vienen al museo qué es para ellos un artista y qué cualidades o méritos consideran que les hacen tan diferentes al común de los mortales. Rápidamente, aparecen conceptos como los de genialidad, originalidad, creatividad e innovación. Para los que amamos el mundo de la moda y la sentimos como una de las manifestaciones artísticas más relevantes de la última centuria y que más goce nos produce, temporada tras temporada, el fallecimiento de Alexander McQueen nos ha conmocionado profundamente.

«Enfant terrible» e icono de la moda británica, poseía uno de los talentos más envidiables de las pasarelas actuales. Su trayectoria siempre ha estado acompañada de una personalidad insólita y visionaria que hacía de sus colecciones creaciones únicas. Conocido por su gran maestría técnica y una poderosa forma de conjugar el color en cortes rebeldes, su imaginación no conocía fronteras y saltaba, sin recato, de lo tribal a las subculturas juveniles, de lo gótico y Van Eyck al mundo hiperespacial, del rock‘n’roll a las profundidades sexuales. Alejado del look del exclusivo modisto de «haute couture» que presenta sus colecciones en París, no existía nada que su cabeza y su aguja no pudieran materializar en unos shows, jamás vistos antes, donde el toque fashion sofisticado, el arte, la tecnología y el sonido se unían con más fuerza que nunca.

McQueen, que nació en Londres en 1969, dejó la escuela a los 16 años para trabajar como aprendiz de los tradicionales sastres de Saville Row, donde aprendió los conocimientos técnicos de la confección de la ropa. Después, se perfeccionó trabajando bajo la dirección de los principales sastres del teatro de Londres. A los 20, fue contratado por el diseñador japonés Koji Tatsuno y un año después viajó a Milán para convertirse en el asistente de diseño de Romeo Gigli. En 1994, ya de vuelta en Londres, se graduó en Diseño de Modas en la prestigiosa Escuela de Saint Martins. Ese mismo año, la leyenda de la moda y mecenas Isabella Blow adquirió en su totalidad la colección que él creó para obtener su título. En cuestión de una década, McQueen se convirtió en uno de los diseñadores de moda más respetados del mundo. Sin dejar de diseñar para su propia marca, fue nombrado por el presidente del grupo de lujo LVMH, Bernard Arnault, sucesor de John Galliano en 1996 como diseñador principal de Givenchy hasta que Gucci compra su marca en el año 2000.

Subtítulo: Icono de la moda británica, poseía uno de los talentos más envidiables de las pasarelas actuales

Destacado:Alejado del look del exclusivo modisto de «haute couture», no existía nada que su cabeza y su aguja no pudieran materializar en unos shows donde el toque fashion sofisticado, el arte, la tecnología y el sonido se unían con más fuerza que nunca

Entre los premios que recibió en su carrera están los de mejor diseñador británico en 1996, 1997, 2001 y 2003; mejor diseñador internacional por el Consejo de Diseñadores de Moda de América en 2003 y Comandante del Imperio Británico, en ese mismo año.

Mujeres de todo el mundo y celebrities de alfombra roja como Sarah Jessica Parker, Madonna, Lady GaGa, Rihanna, Katie Holmes, Sandra Bullock, Kate Moss, Victoria Beckham y Naomi Campbell eran fieles clientas de este genio y no dudaban en participar de su fascinante mundo luciendo sus famosos pantalones «bumster» de talle bajo, sus asimétricos vestidos de patrones enrevesados pero muy cuidados que reinterpretaban el tartán escocés, o sus imposibles tacones «Armadillo», que algunos llegaban a alcanzar los treinta centímetros.

Su último desfile, en octubre de 2009 en París, llevaba por título «La Atlántida de Platón» y fue un ejemplo más de osadía, valor, tecnología y experimentación formal con una estética futurista con base en lo natural que no dejó indiferente a nadie. Se fue un maestro de la costura al que le quedaba mucho por aportar, pero cuya inspiración y legado permanecerán para siempre en nuestro recuerdo.

LUIS ALBERTO FERNÁNDEZ GONZÁLEZ

Educador de Museos, licenciado en Historia del Arte (Universidad de Oviedo)

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