Tres años tirados a la basura
Se cumplen estos días tres años desde las últimas elecciones autonómicas en Asturias. Tres años en los que el inmovilismo y la pasividad han marcado la agenda de todos nuestros representantes y en los que, una vez más, el incumplimiento de todo lo prometido es el gran titular de lo que va de legislatura.
Y que nadie espere ya mucho más; si hasta ahora nunca han abandonado su continua campaña electoral y nunca han dejado de pensar más en las próximas elecciones que en lo que verdaderamente preocupa a los asturianos, mucho menos lo van a dejar de hacer ahora, a solamente un año de las siguientes.
Han estado constantemente escurriendo el bulto, más pendientes de lo que sucede en el ámbito nacional como si en Asturias no hubiese un montón de problemas que resolver. Les invito a coger sus programas electorales, los que nos vendieron hace ahora tres años, y a que vayan apuntando todo aquello que han cumplido. Verán que poco o muy poco. Y quizá ni se sorprendan. Estamos acostumbrados a que incumplan, a que nos engañen, a que nos mientan. Se lo perdonamos todo. La mejor muestra de ello, que volvemos a votarlos.
Los “grandes” partidos, PSOE, PP e IU, han estado mucho más preocupados de sus crisis internas y de su futuro como partido que de llevar a la práctica todas las medidas anunciadas a bombo y platillo hace ya tres años. El “y tú más” como argumento de cabecera y muy poco más que aportar. Pero especialmente reprochable es la actitud de los llamados nuevos partidos. Podemos y Ciudadanos venían a revolucionar la política en Asturias, a demostrar que se podían hacer las cosas de otra manera y que había llegado el momento de convertir a los asturianos en los verdaderos protagonistas de la política. Mientras los primeros se han dedicado a ir en contra de todo y de todos, a buscar continuamente el conflicto, y a demostrar que sus hechos poco o nada tienen que ver con sus palabras, en el caso del partido de Albert Rivera han decidido sencillamente ponerse de perfil, pasar de puntillas por la legislatura y esperar a que sus grandes figuras y las encuestas les digan lo que tienen o no tienen que hacer.
Y así se escribe la historia de estos tres años, la de una Asturias que no tiene los representantes que se merece. Pero no nos podemos olvidar de algo, nosotros somos los que elegimos a los siguientes. Tomar nota y no pasarles ni una promesa incumplida más debería ser una obligación para todos nosotros.
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