Los márgenes de la privacidad
¿Y para qué desean recabar datos de carácter personal si tengo la intención de pagar con dinero en efectivo?, me preguntaba hace ya más de una década cuando, tanto en la tienda de informática al comprar un ordenador como en el dentista al hacer un empaste o en la óptica al adquirir unas gafas de sol, se comenzaba a solicitar el teléfono, la dirección o el número del carné de identidad de los clientes. Ahora conocemos que la información obtenida y recopilada sobre los hábitos y movimientos de la ciudadanía puede resultar muy valiosa y lucrativa.
Siendo lo que toca (el seguimiento creciente de lo que se come, bebe, viste, lee, escucha, visita o comenta), en realidad no veo motivos para el entusiasmo, pues un control exhaustivo de las acciones y recorridos efectuados a lo largo del día reduce los márgenes de la privacidad, cuestión que creo guarda una relación estrecha con la libertad.
En apariencia, o se establecen medidas de protección al respecto o el derecho a la intimidad parece ir camino de la extinción.
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