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La fascinación por Asturias

1 de Junio del 2018 - Carlos Cuesta

Conocer nuestra Asturias a fondo es imbuirse en pasión afecta, geografía indómita y fascinación por lo bello. Y este Principado es un territorio feraz, complejo orográficamente, abierto a todos, plural y con lo atractivo por sus cuatro puntos cardinales. Yo así veo a este septentrión español con la fuerza de esa naturaleza abrupta y esa historia de siglos que ha forjado un pueblo dinámico, solidario y amante como pocos de su tierra nativa. Recorrer Asturias en este tiempo primaveral es rendirse ante un paisaje revelador de su discurrir, de sus tradiciones, de su etnografía, de sus gentes, de su cocina ancestral y de sus antañonas epopeyas. Esos cantiles marinos que asombran, ese horizonte cercano, esos valles ocultos entre montañas marcadas a cartabón, esos ríos imposibles, esos pueblos enganchados a esos picos que reflejan el difícil vivir cotidiano y esos caminos infinitos que nos llevan al paraíso. Toda esa descripción está aquí con nosotros, a un paso de la ciudad, a un paso de cualquier rincón y esa realidad responde a una forma de vivir y sentir los aires de Asturias. Todo al alcance de todos, todo a tiro de piedra. Cercanía, proximidad, inmediación, vecindad. Y ahí está esa grandeza de controlar en un tiempo mínimo parajes distintos y a la vez únicos. Montaña y mar, mar y montaña. Y en ese tránsito hay momentos para disfrutar del íntimo paisaje, realizar una parada en un pueblo atractivo, beber varios culetes de sidra, parlamentar con los parroquianos y embeberse de tradición y actualidad. A eso le llamo yo calidad de vida. Esa calidad que reside aquí en este solar asturiano nutrido de vetustas leyendas, creencias y mitos que le dan vida y esplendor a un territorio cargado de magia y atrapado por una foresta cautivadora. Asturias es así y así debe seguir en su caminar hacia la verdadera modernidad. Estoy fascinado por Asturias y así lo proyecto en el exterior. Mi buen amigo Luis Romasanta, un enamorado de esta tierra, me lo dice con frecuencia. Asturias, sin lugar a dudas, es la comunidad con mejor calidad de vida de España con el único impedimento de la incesante lluvia que aparece cuando menos te lo esperas. Así habla mi amigo de estos lares norteños. Y en sus frecuentes visitas al Principado, Luis Romasanta vive intensamente el acontecer regional y se refugia con fervor en el ambiente popular de la calle Gascona de Oviedo, la visita a Lamuño en Cudilllero o las compuestas de Pola de Laviana, previo encuentro con los amigos de la Pegarata y la belleza intensa del alto Nalón, junto a su rural gastronomía. Un perfecto emisario de las cosas buenas de esta región que no ceja en su empeño de airearlo a sus próximos, porque Luis Romasanta, como interventor general del Estado que es, tiene en el Ministerio de Hacienda a muchos adeptos que le siguen sus orientaciones. Una mente pensante no sólo en temas hacendísticos, sino turísticos. Y Asturias sigue manteniendo su estilo de comunidad diversa, guapa y completa. Lo lamentable es su tejido industrial muy mermado por las fuertes reconversiones, la crisis económica, unos malos sindicatos, un empresariado limitado en sus planteamientos de progreso, una falta de producto manufacturado, una fiscalidad en sucesiones excesiva, unos puertos marítimos con poca competencia, unas regulares infraestructuras viarias salvo excepciones, unas comunicaciones aéreas nefastas, un campo olvidado, una política forestal perdida, un desempleo preocupante, una demografía que invita al desaliento y nuestros jóvenes preparados viajando por el mundo cuando más se necesitan aquí. ¿Qué pasa en Asturias? ¿Qué hace el Gobierno regional para buscar soluciones a esta negativa coyuntura? ¿Y el universo empresarial, la propia sociedad civil y la Universidad? La minería ya es historia, las Cuencas se mueren de tristeza, las alternativas laborales se frustraron y muchas no han llegado, la pesca busca su rentabilidad y la Asturias para vivir sólo queda para los políticos, los funcionarios públicos y los prejubilados. ¡Ay esta tierra nuestra! Ante esta situación me quedo con la belleza intrínseca de Asturias, la buena sanidad y sus profesionales, los excelentes artistas y artesanos, los profesores de la Universidad, las exiguas nuevas tecnologías, esas empresas del metal con patente internacional, las buenas agrupaciones corales como por ejemplo Dafne de Oviedo, junto a la sidra única y diferencial a la vez que una agradable y positiva gastronomía. Entre todos debemos pensar más en Asturias y los que manejan los hilos de la Administración buscar cuanto antes soluciones para salir de un marasmo permanente que nos haga felices y podamos señalar a Asturias como un enclave no sólo bello y atrayente, sino próspero y ejemplar.

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