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Señor Alcalde de Coaña

8 de Junio del 2018 - Ana Raquel López Arango (Luarca - Valdés)

Sr. Alcalde de Coaña:

Estas líneas las dicta no el altruismo, sino el interés personal. Soy madre de un jugador del equipo de infantil. Como madre deseo lo mejor para mi hijo: que sea una persona de bien y de provecho, como así lo desearon mis padres para mí.

Afortunadamente, la U.D. Castros nos abre su puerta, en el preciso momento que, en mi hijo, se despierta la pasión por el fútbol. El deporte, en general, y el fútbol, en particular, contribuyen a la formación del joven para integrarse en el mundo de los adultos, un mundo que lo es de derechos, libertades y, también, de deberes y normas. En la medida que ingresar en el club conlleva la asunción de las normas de convivencia y deberes, así como de los derechos que asisten a sus componentes; en la medida que, por otro lado, el ejercicio mismo del fútbol conlleva unas reglas de juego, entre ellas y la fundamental, el fair-play, hallamos que el conjunto de reglas y normas coadyuvan, en el proceso de formación del joven, a la adquisición de la civilidad.

No se puede obviar la otra aportación que conlleva la práctica del fútbol. Párese mientes en lo que es la U.D. Castros. Como club tiene cierta semejanza con una empresa: de un lado, hay una directiva que -por así decir- podríamos asociar al sector de accionistas; forman también esta empresa los ejecutivos, esto es, el equipo técnico o entrenadores, contratados por aquellos y cuya función es llevar a cabo el ideario de la empresa, esto es, del club; asociados a éstos, los jugadores, quienes han de cumplir escrupulosamente las directrices del cuerpo técnico. En lo correspondiente a la práctica misma del juego, hallamos una división de funciones que se ha de realizar en un escenario -el campo-, donde cada uno de los jugadores es un actor o productor, con su papel o ámbito de acción, acción que ha de llevar a cabo, coordinado con los otros miembros y en escrupulosa observancia de las indicaciones del técnico.

Por lo expuesto, se puede comprobar cómo la incorporación a este microcosmos social, el de la U.D. Castros, representa un valor añadido a la formación del futuro adulto, a saber: la asimilación, por parte del joven, de la estructura y dinámica del universo de la división del trabajo.

En un reciente artículo, en LA NUEVA ESPAÑA, dedicado a la U.D. Castros, me hacía eco de la observación de D. José Manuel Castro Piñeiro acerca del carácter competitivo del joven. La búsqueda del éxito en el juego pone de manifiesto la naturaleza psicológica del niño, en su indomable afán de autoafirmación y consolidación de su yo y de su personalidad. En lo que atañe a la actividad del fútbol, el niño sabe que, para dar satisfacción a su anhelo de éxito, requiere preparación técnica que le permita hacer valer en el campo su superioridad futbolística y, con ello, alimentar su autoestima. Señor Alcalde y autoridades municipales, la U.D. Castros vive un momento como si Ananké (el Destino) le cobijara bajo su manto. En el presente contamos con D. Manuel Lebredo Primer, D. José Manuel Martínez y D. José Manuel Castro Piñeiro. En un radio de cincuenta kilómetros, ningún club de nuestra categoría o algo mayor -por razón de presupuesto- tiene ni va a tener como equipo técnico a tres primeras espadas, personas reputadas en los círculos futbolísticos por sus conocimientos técnicos acreditados por los organismos oficiales correspondientes, así como por su experiencia en este orden de cosas. La aspiración de nuestros jóvenes, competir y mejorar técnicamente, tiene la ocasión de ser satisfecha con este grupo de personas.

Sin embargo, nunca los padres estaremos en condiciones de corresponder, en su justo término, lo que el Sr. Lebredo, el Sr. Martínez y el Sr. Piñeiro, han aportado y aportarán a nuestro club. En lo que atañe a las categorías infantiles, de todos los clubes conocidos, hágase el repaso de los responsables de los banquillos: ¿no es, acaso, una fortuna el que lo dirijan estas personas de reconocida rectitud y señorío? ¿Qué club tiene al frente de los jóvenes una autoridad moral que les recuerde con regularidad, tanto en el campo como en el vestuario, la obligada observancia de las normas de civilidad adquiridas en el ambiente familiar?

Efectivamente, el club no está para educar los hijos de otros. Esto es competencia y responsabilidad sólo y exclusivamente de casa. Cierto es que el crío que no ha recibido las bases morales de los suyos, difícilmente emulará a los modelos a seguir que el entorno social, escolar y deportivo le presente. Sabemos que, a partir de cierto momento, el niño busca referentes morales en figuras profesionales, sociales y deportivas de su entorno. La elección de estos modelos, que el joven asimilará, va a ser en razón de lo que en casa se le haya inculcado. Como madre, estoy interesada que mi hijo encuentre, en quienes ejercen sobre él una influencia moral, en razón de su función formadora -profesores y entrenador-, ese modelo de persona de bien y de provecho, consciente del valor del trabajo y la disciplina como forma de alcanzar las propias aspiraciones, así como la más escrupulosa observancia del flair-play en el campo y en los otros ámbitos de la vida. Y es el caso que en el club U.D. Castros, en su directiva y equipo técnico, los jóvenes encuentran este referente moral y, por consiguiente, humano.

A ustedes, autoridades municipales, me dirijo como madre de un jugador, para que, en la medida de los recursos del consistorio, atiendan y respondan a las necesidades que los gestores del club, D. José Antonio, D. Camilo y D. Ángel, les formulan.

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