El tercero
Será mejor comenzar contando cómo éramos antes una pareja normal española, con días buenos y días malos, con el sexo normal, bueno poco como el resto de los españoles, ya habíamos sufrido el problema de la televisión, relegando nuestras conversaciones a los programas, pero cuando ya lo creía superado, fue cuando vino a nuestras vidas el tercero, ya lo decía mi madre, “tres son multitud en una relación de pareja”.
Yo, hasta entonces, me consideraba, si no el rey, sí alguien con el que se contaba, mis opiniones eran tenidas en cuenta (la mayoría de las veces), pero lo reconozco, cuando nuestros hijos se hicieron mayores, yo fui el culpable de introducir un tercero en nuestra relación, acabando con los tiempos muertos y la monotonía de nuestra relación.
Qué fácil es juzgar el pasado desde el presente, hoy me doy cuenta de mi craso error, he pasado de ser el rey a no ser tenido en cuenta, mi mujer cuenta con amigos que yo desconozco, ¿el sexo?, peor y además con comparaciones. Sí es cierto que no discutimos, pero porque casi no hablamos.
Añoro aquellas conversaciones, a veces insulsas, pero siempre enriquecedoras, maldito el día en que confíe en modernismos, nuestro matrimonio era de aquellos antiguos, de boda por la Iglesia, banquete, etcétera, incluso mi mujer se sonrojaba cuando alguien le decía alguna picardía, ahora somos más modernos, pero incluso creo que siento celos por primera vez.
Y lo peor es que cuando le compré el teléfono era para llamadas importantes, pero la mayoría de las veces no me lo coge, “en el supermercado no hay cobertura”, “perdón, con el bolso no lo oigo”.
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