Calificativos nada acertados
Vale, partamos de la idea de que el señor Aznar es un provocador y que está encantado de haberse conocido, calificativos que pueden gustar más o menos, pero son respetables tanto con su persona como con el mero sentido de la dignidad humana. Calificativos compartidos por muchos de los militantes y simpatizantes del Partido Popular. Como afiliado a Nuevas Generaciones del Partido Popular he de decir que la deriva que está llevando la figura del señor Aznar no me gusta lo más mínimo. Me parece lamentable que su figura, para muchos la del mejor presidente de la reciente historia de España, sea utilizada por ambos bandos como agitador de masas, casi como un tertuliano más del «Sálvame deluxe».
Lo que no es ni moral ni políticamente aceptable de ninguna de las maneras es que se le califique de criminal, terrorista y fascista. No es un criminal, por mucho que se empeñen los del «club del pásalo del 12 de marzo». En Irak los soldados españoles no tiraron ni un solo tiro. No es un terrorista, porque fue el presidente que más intensamente ha luchado contra esa lacra, y basta con hacer memoria, ETA colocó una bomba al paso de su coche en 1995 y muy recientemente se supo que los etarras intentaron volar a «bazocazo» limpio su avión presidencial. No es un fascista, porque su comportamiento siempre ha sido el de un demócrata. Su vida política da buena fe de ello.
Desde la izquierda se le pide que ponga la otra mejilla ante un grupo de «vociferantes» poco documentados históricamente que lo insultan. Éstos sí son buenos demócratas, ¿verdad, señores del Gobierno? Para el Gobierno autonómico y nacional estos «vociferantes» sí merecen un respeto, el ex presidente no se lo ha ganado. ¿Qué debía haber hecho? Quizás huir, o quizás arengar a las masas de Nuevas Generaciones para que se enfrentasen a esos «vociferantes». Hiciese lo que hiciese para la izquierda o, mejor dicho, extrema izquierda de este país sería crucificado de todos modos. De lo que se trata es de criticar a un político retirado que dice verdades como puños y critica la nula gestión del Gobierno Zapatero ante la crisis. Va a tener razón el ex presidente, que tras una de las interrupciones durante su conferencia dijo: «Algunos no pueden vivir sin mí». Quizás sea eso, o pura envidia por no tener los abdominales y la larga melena que se gasta el presidente de FAES. ¿O quizás las dos cosas?
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