¿Saldrá bien o serán babayaes?
En mis 82 años de vida, tengo que confesar haber pasado por situaciones verdaderamente calamitosas. Para empezar, perdí a mi padre durante aquella funesta Guerra Civil, en mi opinión, surgida como consecuencia de la irresponsabilidad de unos y la intolerancia de otros. En la posguerra, como casi todos entonces, sufrí las consecuencias de vivir en un país destruido por tres años de tiros y bombardeos, junto con el agravante de pertenecer a una familia no vinculada al bando de los vencedores. Más tarde, en mi juventud, pretendiendo, como tantos otros entonces, mejorar mi situación económica, emigré a Alemania, país en el que permanecí doce largos años, digo largos porque sólo sabe lo largo que se hace el tiempo quien espera con ilusión llegar al punto final de una meta fijada en sus aspiraciones.
Hace justo cuarenta y cinco años creí ver cumplido mi sueño de poder volver a mi país, aquel que me había negado hasta entonces una vida medianamente aceptable, y desde entonces en él estoy, viendo y viviendo cuanto otros, a mi pesar, deciden, hacen y deshacen. Me refiero, claro está, a los políticos y gobernantes de turno en cada momento. Hace seis años, después de haber gobernado nuestro país, en mi opinión, un señor que parecía pretender ser el no va más de la tolerancia, el “grandonismo” y la esplendidez en todos los sentidos, resulta que tras las advertencias de la UE, club al que para bien y para mal pertenecemos como miembros de pleno derecho y obligaciones, de que o corregíamos el rumbo que llevaba nuestra nave de gobierno, especialmente en el despilfarro y mal hacer en el control de nuestra economía, en el sentido de hacer ciertas correcciones, o que de lo contrario sería la propia UE quien tomaría los mandos de la nave en forma de intervención de nuestras cuentas públicas. A la vista de semejante amenaza, el presidente Zapatero tomó la decisión de hacer una serie de medidas entre las que se encontraba la congelación de las pensiones para el año 2011. Al año siguiente hubo elecciones generales y las ganó el PP con el señor Rajoy como presidente de Gobierno. Este señor, según se dijo, al ver el negativo estado de las cuentas públicas del país, se vio obligado a imponernos una serie de recortes en servicios e incrementos en impuestos y ciertas tasas, para poder cumplir con las exigencias que la UE nos había impuesto. Entre tanto, quienes le habían dejado el pufo se pasaron el tiempo culpándolo de los recortes que estábamos padeciendo.
Ahora, tras seis años de recortes y sacrificios, y cuando las cuentas públicas empezaban, según parece, a estar medianamente encarriladas, el señor Sánchez y su partido, el PSOE, en una legal, pero, a mi entender, poco democrática maniobra denominada “moción de censura”, desalojaron del poder al presidente Rajoy y su partido, el PP, votado por los ciudadanos en las urnas y llega él al poder para, según da a entender, echar abajo toda la labor de sacrificios realizada hasta ahora.
Nada sería más deseable que el que este señor y su gobierno acertasen a hacer las cosas bien y acabaran por poner a nuestro país a funcionar de manera digna y deseable por todos, pero, viendo lo que ya apuntan, mucho me temo que volveremos a bajar al pozo en el que antes nos habían metido. En mi opinión, ya empiezan con lo que los asturianos denominamos “babayaes”. Ya empezamos con el “café para todos”, sin pararse a pensar si de verdad tendremos dinero para poder pagar la factura. No voy a mencionar en qué sentido, para no alargarme, pero todo el mundo, a poco observador que sea, lo puede ver. Esto dentro de poco va a ser la envidia de los habitantes del mismísimo “Paraíso Terrenal”. No sé yo si, pretendiendo ir tan lejos, acabaremos una vez más estrellados en el muro de las lamentaciones.
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