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El rescate más barato

18 de Junio del 2018 - Alejandro González Lada (URBIÉS)

Érase un país tan pobre tan pobre, que hasta prestar atención a explicaciones resultaba excesivamente caro. El sentido común cotizaba en bolsa, la élite pudiente veía incrementar sus beneficios, incluso en tiempos de crisis. Sus ciudadanos habían sido capaces de rescatar bancos y autopistas, no sólo eso, si no que el pueblo permitía que los potentados hurtaran a espuertas. Estaba bien visto que los que más tenían parasitaran el dinero público, la leyenda cuenta que algunos suplicaban de rodillas que les hurtaran más. Eso sí, en cuanto se enteraban de que uno de sus vecinos se había retirado debido a una invalidez, y le había quedado una paga mínima, o que alguien estaba en paro y recibía una ayuda familiar, o que un estudiante conseguía una beca, la aquiescencia mostrada habitualmente hacia los adinerados, desaparecía y desembocaba en todo tipo de imprecaciones y desprecios hacia los vecinos del bloque.

Yo, ignorante de mí, que pensaba que las telarañas que adornan la hucha de la caja de pensiones, o los rescates ya mencionados, o la deuda que supera el 100% del P.I.B., o la inconstitucional amnistía fiscal (dicho sea de paso, elaborada por los mismos cerebros que seguían buscando el domicilio fiscal del sol), habían sido los auténticos culpables de la ruina económica del país, pero no, tengo que reconocer que me equivoqué. Lo siento y lamento profundamente haber metido la pata ("lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir"). La gravedad de los hechos reseñados no es nada si lo comparamos con la ruina económica que supondrá la acogida de 629 refugiados en un país de más de 46 millones de personas.

La empatía, la memoria, la solidaridad, la humanidad, que se manifiesta en muchas personas en forma de eructo, cuya esencia muestra tanta espontaneidad como consideración hacia los demás, nos lleva a lamentar la muerte de niños en Siria, y a flagelarnos cuando se publicó la foto del pequeño Aylan en la costa turca. Después de interpretar con solemnidad el papel de solidarios "a distancia", cuando llega la hora de la verdad, ya no digo que ofrezcas nada, voy a ser mucho más humilde que tú, sólo pido que no te hagas eco de voces de indudable naturaleza xenófoba, pero ni así hay forma de sacar de la pobreza a este país. Fijamos la vista en un barco que según unos, abre las puertas de la emigración hacia nuestras tierras; según otros, infiltran en nuestra sociedad peligrosos terroristas... por supuesto, dada su naturaleza, y encontrándose en plena guerra santa, lo más lógico es que se jueguen la vida cruzando desiertos y embarcándose en pateras sin rumbo y condiciones mínimas de seguridad.

Hay que ver lo caro que resulta hoy en día pensar por uno mismo, y lo mucho que te lo agradecerán los cerebros de la manipulación. De esos entes de apariencia humana, cuyo cerebro responde únicamente a las órdenes del cerebelo (cerebro primitivo), podemos esperar razonamientos... mmm no... reflexiones... mmm tampoco... bueno, podemos esperar algo, igual que de un perro podemos esperar un ladrido, o de un asno un rebuzno, pero a parte de eso poco más.

¿Os parasteis a pensar lo mucho que el país agradecería recoger a 629 personas que hicieron kilómetros de travesía por desiertos para huir de la guerra, arriesgándose a cruzar el Mediterráneo en una embarcación y que en ese mismo barco facturáramos, sin derecho a devolución, a los cerebros de la crisis (obviamente expropiándoles del patrimonio visible y oculto)?... no echen cuentas, la recompensa anímica, moral y financiera, reflotaría al estado del bienestar a niveles insospechados, y tengan en cuenta que me conformo con tan solo 629 personas, repito, en un país con más de 46 millones. Pero posiblemente, los estadistas de barra fija aún no hayan caído en ello. Porque de repente, esos mismos que rechazan recibir a esas personas, son las mismas que de repente caen en la cuenta de los indigentes que pululan por las calles, de los parados de larga duración, de las personas que recogían alimentos en los contenedores de basura, casualidad o no, las mismas personas que mientras el anterior gobierno dirigía nuestros destinos, negaban la existencia de tanta pobreza, desahucio, o indigencia.

Sin duda alguna, tenéis toda la razón del mundo, ¿cómo vamos a acoger a un pequeño grupo de personas en un país tan pobre de espíritu como de valores, tan rico en cinismo como en hipocresía? sin duda alguna esta gente merece un destino mucho mejor ¿no os parece?

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