Oposiciones de Secundaria
Hoy, 23 de junio, comienza un proceso selectivo para el acceso al cuerpo de profesores de Secundaria en Asturias. Y con la primera prueba para los opositores aspirantes empieza una especie de “estado de excepción” para los trabajadores de la Consejería de Educación que formamos parte de los tribunales de cada especialidad. Somos cientos de trabajadores los que nos vemos obligados a acatar unos plazos, a todas luces inasumibles, los cuales rigen todo el proceso en claro detrimento de la justicia y la objetividad que debieran imperar por el buen funcionamiento y resultado de las pruebas.
Para empezar, se nos exige que examinemos a once aspirantes por día. Supongamos que cada aspirante, para poder leer sus exámenes, emplea unos 30-40 minutos aproximadamente. A esto le sumamos unos 15-20 minutos de deliberación. Esto supone unas 9-10 horas al día de media durante dos semanas consecutivas para la primera parte. Resulta más que evidente que estas condiciones laborales de sobreexplotación repercuten negativamente en el buen juicio y claridad que debe tener el examinador para con el opositor aspirante. Lo que para alguien sensato resulta aberrante para quienes organizan el proceso es solamente una medida de ahorro. De eso va realmente todo este tema en realidad, de continuos recortes educativos y de derechos laborales. Y mientras tanto, conscientes de todos estos desmanes, nuestros representantes sindicales se mantienen impávidos ante esta situación y permiten que los docentes asturianos tengamos que soportar estas condiciones indignas de trabajo que, vuelvo a reiterar, repercuten de manera directa en el buen devenir de todo el proceso.
Por si llegados a este punto alguien está pensando que serán horas extra de trabajo convenientemente remunerado, me gustaría sacarles de su error. Cada jornada se nos indemnizará con la cantidad de 57,75 euros para abonar una responsabilidad que excede, y con mucho, esa cuantía. Tenemos en nuestras manos el futuro y el esfuerzo de miles de aspirantes que llevan años trabajando muy duro para obtener su plaza. Esos aspirantes merecen nuestro respeto y consideración. Somos una cadena. Si los examinadores sufrimos unas condiciones laborales de estrés continuo, las consecuentes víctimas de ello son los opositores. Por cierto, ¿se imaginan trabajar 9-10 horas al día y después tener que elaborar su nómina? Pues eso nos exige la Consejería de Educación: al acabar la jornada laboral maratoniana los secretarios y secretarias de cada tribunal debemos realizar las correspondientes actas y la gestión económica. Algo que antes dejaban en manos de expertos administrativos y que, en tiempos de recortes, se adjudica a los propios trabajadores.
Unos trabajadores y trabajadoras cuya cara de resignación estos días es verdaderamente frustrante. Apesadumbrados por este despropósito de proceso, se les suele escuchar diciendo cosas tales como: "No se puede hacer nada", "hemos tenido mala suerte y hay que apechugar", "será que no hay dinero para hacerlo mejor..." y un largo etcétera de autocomplacencia. Pues bien, desde aquí me gustaría animarlos y decirles otra manera de gestión es posible. Que un proceso tan crucial como éste no puede depender de la “buena voluntad” de los docentes asturianos que tenemos que ver mermados nuestros derechos laborales fundamentales para garantizar el cumplimento de unas fechas que vienen impuestas desde arriba y que no se ajustan a las necesidades reales. Que no tenemos que suspender a compañeros y compañeras que no se lo merecen porque “sólo pueden pasar unos pocos a la segunda parte”, que, por cierto, es sumamente importante puesto que en ella se demuestran de verdad nuestras aptitudes pedagógicas. No debemos dejarnos presionar, nuestra conciencia debe estar muy por encima de eso, si somos coherentes en nuestra profesión, debemos hacer prevalecer nuestra conciencia crítica en situaciones como la que se nos avecina, tal y como enseñamos a nuestro alumnado cada día. Sólo necesitamos un poco menos de resignación y algo más de espíritu combativo. En esta época de continuos ataques y devaluación de nuestra labor, es más necesario que nunca reconquistar la dignidad de la profesión docente y de nuestra función pública.
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